Las vacunas de esta clase adiestran al cuerpo para que vea a la nicotina como un invasor externo. Para desencadenar esta respuesta inmunitaria, los científicos han intentado enlazar derivados de la nicotina conocidos como haptenos a una proteína portadora cuya molécula es más grande y que ya ha sido usada en otras vacunas aprobadas. El cuerpo reacciona ante la vacuna creando anticuerpos que se enlacen específicamente a moléculas de nicotina. Cuando una persona consume posteriormente tabaco, los anticuerpos contra la nicotina impiden que las moléculas de esta penetren en el sistema nervioso central y que lleguen al cerebro.
Aunque una vacuna no sería una solución definitiva (el paciente aún presentaría síntomas del síndrome de abstinencia), la persona podría sentir una menor tentación de volver a fumar porque el sistema de recompensa del cerebro ya no reaccionaría ante la nicotina.
Cuando una prometedora vacuna contra la nicotina fracasó en los ensayos clínicos hace unos pocos años, los científicos del Instituto Scripps de Investigación en Estados Unidos, que cuenta con un campus en La Jolla, California, y otro en Júpiter, Florida, decidieron seguir intentando ayudar a los fumadores a superar su adicción.
Ahora el equipo del químico Kim Janda ha diseñado una vacuna más efectiva contra la nicotina.
El problema con la anterior vacuna, que solo funcionaba en el 30 por ciento de los pacientes, era que actuaba poco selectivamente. Hay dos variedades quirales de nicotina. La dextrógira («diestra») y la levógira («zurda»). Si bien el 99 por ciento de la nicotina encontrada en el tabaco es de la variedad levógira, la anterior vacuna promovía anticuerpos contra las dos. Esto puede parecer una ventaja, pero en la práctica se tradujo en un “despilfarro” de respuesta inmunitaria y una subsiguiente actividad menor contra la nicotina en general.
Por: noticiasdelaciencia