De la Guerra contra al Narcotráfico a un Estado fallido.

Por Luis Hurtado | hola@luishurtado.net

 

En el 2006 para legitimar su elección, el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa, emanado del Partido Acción Nacional (PAN), inició una batalla frontal contra las bandas de crimen organizado, en especifico, las bandas del narcotráfico de nuestro país.

 

La intención de Calderón Hinojosa por legitimar su gobierno fue prioridad desde el primer momento, no olvidemos que la toma protesta fue todo un espectáculo del pancracio entre diputados del PT, PRD y Convergencia contra los del PAN; cómo poder olvidar aquella patada emblemática de quien ahora busca ser gobernador del estado de Querétaro. Para este entonces, bien documenta el periodista Diego Enrique Osorno, en su libro El Cártel de Sinaloa, como el mandatario adelantó que sería un sexenio de sangre: “Sé que restablecer la seguridad no será fácil ni rápido, que tomará tiempo, que costará mucho dinero, e incluso, y por desgracia, vidas humanas”.

 

El sexenio de Calderón fue fuertemente criticado, sobre todo cuando al final de éste nos enterábamos que la famosa Guerra contra el Narcotráfico se realizó sin un diagnóstico previo, es decir, se realizó sólo porque sí, sin estrategias y visualizar los efectos que generaría. Si de efectos hablamos, además de la eminente violencia que hoy en día padecemos, también incrementaron las cifras de desaparecidos y desplazados, así como la ejecución de personas que no tenían relación, ni directa o indirecta con el narcotráfico, las denominadas por el gobierno como “daños colaterales”. Además un gran boquete a la inversión local y foránea, pues en el México rojo pocas personas querían seguir invirtiendo.

 

Durante el mandato de Calderón Hinojosa hasta el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se pronunció en contra de la estrategia efectuada por el panista. Con la elección del 2012, independientemente de todas las viñetas que podríamos abrir, se pensaba que la estrategia en el tema de seguridad, en específico de una Guerra contra el Narcotráfico que jamás se finalizó, sería distinta con quienes asumirán el poder, y más cuando en discurso se manifestaron en contra.

 

Sin embargo, la estrategia de quienes están en el poder ha sido la misma. No se le ha apostado en ningún nivel: municipal, estatal o federal; a la prevención ni mucho menos a conocer las causas que generan las violencias en el país. Sobre el tema de la legalización de la marihuana no se ha podido generar un debate serio y en serio, pues quienes se asumen como nuestros representantes no les atraviesa un pensamiento crítico, sino más bien el pensamiento moral judeo-cristiano, ¿qué pasó?, ¿no que ya el poder y la iglesia nomás nada de nada?

 

Hoy, a casi nueve años del inicio de la Guerra contra el Narcotráfico tenemos grandes consecuencias negativas en nuestro país, sobretodo tenemos un Estado fallido, en donde la cereza del pastel es llevar un proceso electoral que de ninguna manera da certeza y confianza a la mayoría de las personas.

 

La violencia, a distintos grados, está en todo el país, lo cual realmente imposibilita generar un proceso electoral ciudadano como el que se simula estar ejerciendo en estos momentos. La violencia no sólo está en Guerrero, ni en Jalisco como se mostró el 01 de mayo, por lo cual, el riesgo de tener las peores elecciones de la historia del país – en varios sentidos – quizá está por venir. A lo mejor es la manera de que el Estado fallido legitime sus siguientes acciones.