Lo peor es que Videgaray tiene razón.

Los efectos del alza de impuestos serán sólo temporales.

Después de cierto tiempo los consumidores absorberán el costo.

El gran problema es que el país ha perdido una gran oportunidad para hacer una verdadera reforma hacendaria.

La economía mexicana creció 1.1 por ciento en el primer trimestre de 2014 (cifras estacionalizadas y anualizadas), mismo ritmo del decepcionante 2013.

El bajo crecimiento es reflejo del aumento de impuestos y de una contracción en la economía de Estados Unidos, pero también de las enormes barreras estructurales a la inversión y crecimiento en nuestro país sólo superables con reformas de fondo.

El impacto del aumento de impuestos ha sido particularmente fuerte en el primer trimestre, pero se desvanecerá.

La gente se acostumbrará tarde o temprano a que el gobierno se quede con una mayor proporción del fruto de su trabajo.

Aquellos que dejan de tomar refrescos o comer cereales para el desayuno, retoman gradualmente sus patrones habituales de consumo.

Por eso Pepsico y Nestlé han anunciado nuevas inversiones en México.

Sus márgenes de utilidad no son afectados por los nuevos impuestos.

Los consumidores simplemente tendrán que entregar más dinero al gobierno.

La contracción de Estados Unidos en el primer trimestre, 1 por ciento según cifras revisadas, es también temporal.

Ha sido producto de un invierno mucho más crudo en la costa este de lo que se esperaba en estos tiempos del calentamiento global. Pero el invierno ha quedado atrás.

El problema de fondo para México sigue siendo el mismo de siempre.

Vivimos en un sistema hecho para inhibir la inversión productiva en tierras ejidales y comunales (más de la mitad del territorio a nacional), en petróleo y gas, en electricidad y en muchos otros campos de actividad. Nos agobia una burocracia enorme e ineficaz.

El sistema educativo es de pésima calidad y objeto de un saqueo sistemático.

Sesenta por ciento de la actividad productiva se desarrolla en la economía informal. El sistema fiscal es una pesadilla.

Algunas de las reformas avanzan en el sentido correcto, pero en la parte hacendaria se ha perdido una gran oportunidad.

Se impulsó una simple alza de impuestos en vez de una reforma hacendaria.

Las consecuencias son previsibles.

La recaudación aumentó 13 por ciento en enero-abril pese a la derogación del IETU y el impuesto a los depósitos en efectivo.

Si el propósito de la reforma era dar más dinero al gobierno, se logró. Pero en lugar de simplificar, la reforma complica.

Ahora hay más reglas y excepciones.

En lugar de ampliar la base, se acentuó la presión sobre el 40 por ciento que trabaja en la economía formal.

En vez de promover la inversión y el empleo formal, se castigó la inversión, se elevó el costo de contratar trabajadores y se crearon incentivos para la informalidad.

El dinero adicional no se está usando para mejorar el desempeño del gobierno en sus labores fundamentales, como proporcionar seguridad, sino para aumentar subsidios.

Se establece así un subsidio (no es pensión) a todas las personas de la tercera edad y se crea un subsidio (no es seguro) al desempleo.

El lastre del aumento de impuestos desaparecerá en los próximos meses.

Luis Videgaray tiene razón. Pero hemos perdido la oportunidad de hacer una reforma hacendaria que nos hiciera más productivos.

México seguirá teniendo problemas para crecer más del 4 por ciento. Habrá que hacer en algún momento una verdadera reforma fiscal.

Reacomodo
El aumento en los homicidios en Sinaloa es producto de un “reacomodo del cártel que comandaba (Joaquín) Guzmán Loera”, el Chapo, reconoce el gobernador Mario López Valdez, Malova.

Es un fenómeno habitual.

El tráfico no desaparece después de la captura de un capo.

Los lugartenientes simplemente empiezan a pelear el control del territorio..

Twitter: @SergioSarmiento

Compartir