De politíca y cosas peores.

Doña Macalota estaba en la cama leyendo con atención un libro acerca de la liberación femenina.

Tenía la cabeza llena de papelillos que usaba para rizarse el pelo; en la cara se había puesto una mascarilla de crema verdinegra, y vestía un camisón de dormir de franela anaranjada con figuras de color morado.

Se vuelve a don Chinguetas, su marido, acostado al lado de ella, y le pregunta con tono de reproche: “¿Por qué tú nunca me consideras un objeto sexual?”… Una joven señora le comentó a su amiga: “En mi casa tengo un problema de mantenimiento.

Mi esposo no me puede mantener”… La dama voluntaria le preguntó al recluso: “¿Por qué está usted en la cárcel, buen hombre?”.

El preso respondió con un suspiro: “Porque no me dejan salir, señora”… Dijo un tipo: “¡Cómo me gustaría tener seis hijos!”.

Alguien le preguntó: “¿No te parecen muchos?”.

Explicó el otro: “Es que tengo 12”… Capronio le dio un ramo de rosas a su suegra, y en seguida se le quedó mirando con atención profunda.

Pasó un minuto, y luego el ruin sujeto le dijo con tono de reproche a la mujer: “Es usted una mentirosa, suegra.

Me dijo hace unos días que si alguna vez le regalaba flores se caería muerta.

Y nada”… En la merienda de señoras dijo una: “Me voy. La sirvienta sale hoy, y debo ir a la casa a cuidar a mi esposo y a los niños”.

Se levantó otra y declaró: “Yo también me voy.

Los niños salen hoy, y debo ir a la casa a cuidar a la sirvienta y a mi esposo”… El mayor problema de México es la pobreza. De él derivan otros diversos males de todo orden, la violencia entre ellos.

Los mexicanos hemos conseguido ampliar nuestros márgenes de libertad, y ahora caminamos -siquiera sea vacilantemente- por el sendero de la democracia.

En el renglón de la justicia, sin embargo, no hemos logrado hacer ningún progreso.

Cada día aumenta el número de pobres, y se agravan aún más sus condiciones de vida.

Eso explica en buena parte los trágicos estallidos de irritación popular que estamos viendo con frecuencia creciente, como esas muertes por linchamiento que nos crispan.

Los mayores esfuerzos del Gobierno deben dirigirse a los pobres.

Esto no es cosa de política: es cosa de instinto de conservación.

No ha desaparecido la amenaza de que se implante en el país un régimen de caudillismo populista.

Antes bien todo lo que ahora sucede en el país parece conducir a eso, y aun hay quienes miran en tal posibilidad una esperanza para México.

Hoy por hoy los mexicanos pobres sufren abandono.

Los altos designios del Estado miran a otras cosas que nada tienen que ver con la pobreza o con los pobres.

A las reformas en materia fiscal, energética, política y de telecomunicaciones, todas de cúpula, no se ha añadido ni siquiera un intento de reforma social que tienda a aminorar, aun en forma mínima, la inmensa desigualdad que existe entre aquellos que todo lo tienen y aquellos que nada pueden conseguir.

Los males del pasado y el presente hacen que el futuro se vea sombrío… ¿Y qué me dices del copretérito, ominoso columnista? ¿Te has olvidado también del pospretérito? ¿No existen para ti el imperativo, el gerundio y el infinitivo? Sin ellos tu análisis no está completo.

Deja para mejor ocasión -o para ocasión peor- tus lúgubres elucubraciones y ejercita tu lene oficio de juglar, que te cuadra mejor que el de agorero arúspice… El sonorense Francisco Bernal es autor de un soneto en homenaje al menudo, ese sabrosísimo platillo que en la capital del país y en otras partes es conocido con el nombre de pancita. Dice la primera cuarteta de esa expresiva composición laudatoria: “¡Oh menudo sabroso! Te saludo / en esta alegre y refrescante aurora / en que reclamo alientos, pues es hora / en que tú estás cocido y yo estoy crudo…”. Pues bien: don Languidio iba a disfrutar de un rico plato de menudo cuando le sucedió que lo acercó demasiado a la orilla de la mesa, tanto que el plato resbaló y el humeante menudo le cayó en la entrepierna al añoso señor.

Su esposa, en vez de preocuparse, se alegró bastante.

“¡Qué bueno! -exclamó con acento jubiloso-.

¡Te cayó exactamente en esa parte, y dicen que el menudo levanta muertos!”… FIN.

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