Cine Yoga

Todo sobre… ¿mi madre?

Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma.

                                                                                                                           LA   grado

La película “Todo sobre mi madre” (1999) toca prácticamente todos los temas tabúes que podamos imaginar. Travestismo, prostitución, lesbianismo, transexualismo, SIDA, sexo fuera del matrimonio, embarazos no deseados, muertes inesperadas, relaciones familiares, drogadicción, etc. Al mismo tiempo, es una bellísima manifestación de la belleza infinita de la mujer y la naturaleza humana, misma que –como la proverbial flor de loto que crece en el pantano y florece por encima de él– aún en las condiciones más adversas es capaz de prosperar. Precisamente ahí, donde encontramos más sufrimiento, más contradicción, más dolor; es también donde encontramos nobleza, compasión, lealtad y redención.

En mi opinión, la frase más memorable de la película (además de aquella de “¡tú no eres un ser humano, eres una epidemia!”). Es precisamente la citada arriba. Te pido por favor la vuelvas a leer despacio, para digerirla, …más auténtica cuando más se parece a lo que ha soñado… ¡Guau!

Curiosamente, cuando la escuché, retumbó en mi memoria. Eso ya lo he escuchado antes… ¿dónde? Me recordó el desafío de Nietzsche a través de Zaratustra, “Conviértete en quien eres” o la invitación de Kierkegaard a “ser aquello que uno realmente es”. Fuertes palabras, pero ¿qué significan? ¿Qué es eso de ser –o convertirse– en quién uno es? ¿Acaso no soy quién soy? (y no me parezco a naiden como cantaba Pedro Infante) ¿Puedo ser lo que no soy? Si no soy quien soy en este momento, entonces ¿quién soy? y aún más difícil, si no sé quién soy ¿cómo voy a convertirme en quien realmente soy?

La Agrado habla de parecerse a quien uno ha soñado. ¡Una pista! Tal vez la respuesta está en imaginar todo lo que podemos ser y luego dedicarnos a realizar esa imagen. Tal vez si nos convencemos que esa imagen es quien realmente somos, como dice Jesús, se hará conforme a nuestra fe[1].

Suena bien, pero hay que tener cuidado de no caer en la tentación de simplificaciones excesivas y asumir que creer es suficiente. Efectivamente nuestros pensamientos filtran y determinan la realidad que percibimos (¿alguna vez has comprado un carro sólo para darte cuenta que al parecer todo mundo decidió comprarlo también?). No creemos lo que vemos, sino que vemos lo que creemos. Pero no se trata nada más de imaginarnos que somos altos, guapos y millonarios y ¡Shazam! así será. No, quizá Jesús, Nietzsche, Kierkegaard y la Agrado están refiriéndose a algo diferente.

Sospecho que más bien la invitación va en la misma línea del exhorto en el templo de Apolo: “conócete a ti mismo” o quizá del consejo del Polonio en Hamlet: “por encima de todo, nunca te mientas a ti mismo”. Sólo sí somos honestos con nosotros mismos, descubriremos la verdad sobre quien somos. Sólo así, lo que imaginamos deja de ser fantasía y se acerca a la realidad de quien podemos ser.

¡Pero cuidado! Saber quién no es tan sencillo como parece. Como al pelar una cebolla, hay que descartar capas. Si has pasado tu vida dándole gusto a los demás o haciendo lo que la sociedad dice y las normas mandan, entonces no has tenido tiempo de averiguar quién eres. Es claro que no eres quien otros dicen que debes ser. Tampoco no eres tu profesión (ya eras alguien antes de tenerla), ni tu rol en la familia (padre, madre, hijo), ni tu nacionalidad, ni tu religión. Todo ello puede cambiar sin que cambie tu esencia. Si descartamos todo lo superficial ¿qué queda? ¿Qué tanto más podemos pelar la cebolla?

¿Alguna vez te has preguntado quién eres? ¿Te has detenido a escuchar la respuesta? Con suerte, te lo preguntaste en tu adolescencia… pero como ropa de aquellos tiempos, ¿te sigue quedando la respuesta? Para muchos, nunca hubo tiempo de preguntarse. Había que terminar la primaria, la secundaria, la prepa… Hacer una carrera, conseguir un trabajo, tener hijos…   Siempre hay algo por hacer, pero no hay tiempo para ser.

¿Quién eres? ¿Qué tantas capas de la cebolla puedes pelar? ¿Qué tanto te asemejas a quien, en tus más profundos sueños, sabes eres y puedes ser?

Termino con una cita más, esta vez de la escritora George Eliot, “nunca es demasiado tarde para ser quien pudiste haber sido”. ¿Qué estas esperando?

 

Pero por otro lado, tal vez estoy totalmente equivocado…

www.purna.org.mx

 

[1] Mt 9:29, o según algunas traducciones, nos convertiremos conforme a lo que creemos.

 

Compartir