Cinco años de pugnas internas han llevado al PRI a la mínima expresión política en sus 92 años de historia.

Por ejemplo, el 10 de junio de 2019 el INE verificó seis millones 764 mil 615 afiliados al tricolor, pero ayer la página oficial del partido daba cuenta de un millón 398 mil 536, una pérdida de cinco millones 366 mil 79, es decir, 79% en sólo 24 meses, 21 de los cuales corresponden a la dirigencia nacional de Alejandro Moreno Cárdenas.

En el año 2000, cuando perdió la Presidencia de la República, el PRI tenía diez millones de militantes.

Además, lejos del poderío político que tuvo durante 70 años, hoy gobierna a 21.7% de la población, cuando en 2016 gobernó al 54 por ciento.

Cada derrota electoral del PRI ha sido más grave que la anterior. El pasado 6 de junio tuvo la peor al perder ocho gubernaturas, entre ellas Colima y Campeche, donde siempre había gobernado. Para la Cámara de Diputados consiguió por sí solo 11 distritos de mayoría y 65 en alianza con el PAN y el PRD.

PRI pierde 79% de su militancia en 24 meses

De esos dos años, 21 meses corresponden a la dirigencia nacional de Alejandro Moreno Cárdenas; el instituto político quedó reducido a su mínima expresión histórica. Sólo le quedan dos bastiones electorales a nivel estatal y sólo gobernará las entidades de Coahuila, Edomex, Oaxaca e Hidalgo.

Enfrascado en cinco años de pugnas internas que lo han llevado a la menor expresión política de su historia de 92 años, al grado de gobernar a sólo el 21.7% de la población, cuando en 2016 gobernó al 54%, el PRI está desfondado, pues en 24 meses perdió al 79% de sus militantes, para quedar en sólo 1.3 millones, que comparados con los 10 millones que tuvo en el año 2000, implica una merma significativa.

Y a pesar que sus integrantes más famosos cobijaron a su actual dirigente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, ante la contundencia del fracaso que ha tenido el partido y el éxodo de militantes, existe en su interior la exigencia de la renuncia inmediata.

El Partido Revolucionario Institucional registró la mayor derrota electoral el 6 de junio, pues perdió ocho gubernaturas, entre ellas dos que eran sus bastiones históricos.

El PRI perdió los estados de Colima y Campeche, donde siempre había gobernado; incluso en ambos redujo considerablemente su presencia en los ayuntamientos y en los congresos estatales.

Además, perdió las gubernaturas de Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas.

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