Pioneros del turismo marítimo responsable ofrecen observar ballenas a escasa distancia de Bangkok, una experiencia excepcional en el reino del turismo de masas donde suelen predominar los acuarios gigantes, los espectáculos con delfines o el aplastamiento de corales.

Las ballenas viven tan cerca de Bangkok que los más afortunados pueden inmortalizar los rascacielos de la capital tailandesa en la lejanía, detrás de los gigantes marinos peinando el mar con la boca abierta en busca de anchoas.

Esos bancos de anchoas, atraídos por la abundancia de sedimentos al final de la estación lluviosa (de septiembre a diciembre) son la causa de la migración de las ballenas hacia el norte del golfo de Tailandia.

“¡Su forma de alimentarse es un fenómeno de biomecánica sin par!”, se entusiasma Jirayu Ekkul, de 31 años, un apasionado de buceo y fotografía de animales que acondicionó un antiguo barco de pesca para transportar a unos 40 turistas.

Este ingeniero describe la “especificidad” de las ballenas de Tailandia, que mantienen la boca abierta durante largos segundos para tragarse las anchoas a través de sus barbas, las largas láminas con las que filtran el agua para quedarse sólo con el alimento.

Una explicación científica poco habitual en este país donde las embarcaciones con motor llevan a centenares de personas hasta las mismas zonas de buceo. A menudo los turistas, fascinados con poder observar peces tropicales sólo con gafas y tubo, aplastan los cada vez más degradados corales.

En cambio, el avistamiento de ballenas del golfo de Tailandia sigue siendo un fenómeno limitado y Jirayu se encarga de explicar las reglas internacionales de acercamiento a la ballena, la necesidad de permanecer a distancia y de no interponerse en su camino.

Cambiar la mentalidad

“En Tailandia no hay presión fuerte del gobierno a los actores del turismo marítimo porque aún no se han dado cuenta del filón que representa el “turismo verde”, lamentó el biólogo británico James Harvey. Éste trata de sensibilizar a los países del sudeste asiático a un turismo responsable, mediante el programa “Green fins” (“Aletas verdes”) de la ONU, destinado a cambiar la mentalidad de los centros de buceo.

Por su parte, Surasak Thongsukdee, especialista en ballenas en el centro de investigación marina de Tailandia, teme el posible impacto del desarrollo descontrolado de este turismo. “Si todos los barcos quieren ir hacia ellas, acelerar para estar lo más cerca posible, eso tendrá un efecto sobre ellas”, anticipó Surasak.

Excelsior.

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