Un rompeolas –también llamado malecón si pueden transitar personas por él– está pensado para reducir la intensidad de las olas costeras u otros fenómenos meteorológicos adversos. Pueden ser desde grandes estructuras para proporcionar refugio portuario, a pequeñas, para proteger un paseo adyacente a una playa.

El diseño básico consiste en construir una montaña o duna acumulando material de distintos tamaños, con una parte sumergida y otra emergida sobre la que en ocasiones se coloca un elemento en forma de bloque o muro llamado espaldón. Una gran parte de las olas rompe sobre la zona sumergida y pierde fuerza; el resto de la energía sigue y choca contra la emergida.

Las grandes rocas o bloques de hormigón de la parte exterior de la estructura absorben la mayor parte del golpe y protegen el núcleo, por lo general una acumulación de material de menor tamaño.

Hay muchos tipos de rompeolas según su tipología constructiva y su cometido. Puede ser continuo, en forma de una sola barrera ininterrumpida; o múltiple, con varios espigones posicionados con huecos entre ellos.

La distancia entre cada hueco se elige en función de las longitudes de onda del oleaje dominante, entre otras características. Asimismo, pueden ser fijos o flotantes, e impermeables o permeables para permitir la transferencia de sedimentos hacia la costa.

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