De acuerdo con el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl González Pérez, es complicado neutralizar a los embozados que vandalizan por el caso Iguala.
—Como abogado general de la UNAM conoce a los anarquistas, sabe cómo actúan, que se cobijan con los movimientos estudiantiles auténticos ¿qué tan difícil es atender este tema? –se le preguntó.
—Es una situación compleja, quien diga lo contrario, a la mejor está viendo otra circunstancia. No es tarea sencilla —dijo en entrevista con Excélsior.
Expuso que en casos como el de Guerrero “legítimamente hay motivos de indignación”. Sin embargo, recordó que toda la sociedad debe contribuir a respetar el Estado de derecho. Aseguró que no se puede perseguir el delito con conductas ilegales y recordó que la CNDH no defiende a delincuentes, sólo el Estado de derecho.
De Raúl Plascencia, su antecesor y quien lo acusó de plagiar un libro y de tolerar a maestros que acosaban a estudiantes, aseguró que “no guardo rencor ni en lo personal ni en lo institucional”.
“No defendemos delincuentes”: Luis Raúl González Pérez, presidente de la CNDH
Conocedor de la dimensión del fenómeno de los violentos anarquistas, a los que conoció en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl González Pérez, asegura que es “complicado” neutralizarlos, incluso “quien diga lo contrario a la mejor está viendo otra circunstancia”, pues ese grupo se mezcla con estudiantes para ser protegido.
En entrevista con Excélsior, el ombudsman nacional aclara que entiende el hartazgo y la desesperación de los mexicanos ante la inseguridad, pero recuerda que toda la sociedad debe contribuir a respetar el Estado de derecho, pues responder con violencia a la violencia lleva a un Estado selvático al cual no se le debe apostar.
La CNDH, recuerda González Pérez, tiene un trabajo intenso para inyectar en el ADN de los mexicanos la cultura del respeto a los derechos humanos, con el fin de que no haya casos como los de los llamados ladies y gen-
tlemen que abusan de personas vulnerables, así como de cuerpos policiacos que son cómplices de hechos como el de la desaparición de estudiantes normalistas de Ayotzinapa.
Aclara también que no le guarda rencor a Raúl Plascencia, su antecesor en la CNDH, por haberlo señalado de plagiar un libro y de tolerar en la UNAM a maestros que acosaban a estudiantes.
Un ombudsman tiene que ver para enfrente. Yo no guardo rencor ni en lo personal ni en lo institucional. Yo respondí institucionalmente y, en lo personal, con altura de miras”, precisa.
Adelanta, además, que aprovechará la participación de Guillermo Ortiz Mayagoitia y Mariano Azuela, expresidentes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), así como de especialistas como Mariclaire Acosta, en el Consejo Consultivo de la CNDH para incluirlos más en las decisiones de la institución.
De igual forma, anuncia que habrá una renovación del personal de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, pero sostuvo que no tomará decisiones aceleradas.
Los cambios vendrán cuando se tengan que dar, pero lo más pronto posible (…) Sí habrá cambios, pero sería irresponsable de mi parte una precipitación. Llegué y hablé con todos los visitadores: ‘Por favor sigan donde están, pónganme al tanto de los asuntos sensibles y en el corto tiempo iré tomando las determinaciones’”, explica.
El día que fue electo como titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, desde la tribuna del Senado de la República los legisladores le hicieron varias recomendaciones. Por ejemplo, el Partido Acción Nacional, a través de Adriana Dávila, le pidió a Raúl González Pérez no dejar en impunidad a los grupos de vándalos, a los llamados anarquistas.
— Usted, como abogado general de la UNAM conoció a los anarquistas, sabe cómo actúan; que se cobijan con los movimientos estudiantiles auténticos ¿Qué tan difícil es atender este tema?
—Es una situación compleja. Quien diga lo contrario, a la mejor está viendo otra circunstancia. Es una situación compleja y le diría lo que he señalado y de lo que estoy convencido. La protesta social es un derecho, se inscribe en la libertad de expresión. Hay que ejercer esa libertad y esa expresión y, sobre todo, lo voy a poner en lo que hoy vamos a observar, que es una expresión, una protesta ante hechos que, quién puede negar lo lacerante que significa lo que aconteció en Iguala y que nos ha expuesto como país y que legítimamente hay motivos de indignación y vergüenza.
“No es tarea sencilla, tenemos que ver que en el país se den las condiciones, muchas veces olvidadas, de derechos sociales. ¿Quién puede negar que hay 60 millones de pobres en el país?, que a veces el problema de empleo es complejo, que a veces no hay opciones para la juventud estudiantil. O sea, estos derechos sociales van a ser también parte del trabajo del ombudsman para tratar de incidir en las políticas públicas.”
— Hace casi 25 años, cuando nació la CNDH, la acusaban de defender criminales. Ahora, ante la violencia generada por los anarquistas, hay voces que exigen que no los proteja Derechos Humanos.
— Yo creo que a veces la desesperación de la sociedad ante un tema de inseguridad, el hartazgo ante un tema de seguridad en el patrimonio, en la vida, en la integridad, conlleva a que la sociedad señale que determinadas personas que cometieron un delito no deben tener derechos humanos, y yo creo que hay que explicar a la sociedad que la Comisión Nacional y los órganos públicos no defienden delincuentes.
“Yo le diría que la CNDH y cualquier otro organismo público de derechos humanos, aquí y en el mundo, defienden la dignidad de las personas. Y la dignidad hay que entenderla como que el ser humano es un fin en sí mismo, y no medio para otros fines entre iguales, y en ese sentido el ombudsman lo que busca es que al que delinque se le aplique todo el peso de la ley, todo, con el rigor que las normas señalan, pero también que no se puede perseguir el delito cometiendo conductas ilegales.
“Nuevamente hay que hacer, así como el ADN de la cultura de la legalidad, señalar que los derechos de las víctimas se tienen que respetar, y un derecho de la víctima es señalar que la conducta que resintió no quede impune y que se le aplique a quien cometió esa conducta el peso de la ley, pero no el peso de la ley sin cumplimiento de la misma.”
— Entonces se hace víctima al victimario
— Y nos volvemos un Estado selvático. ¿Cuál es la armonía que debe prevalecer? ¿Cuál debe ser el orden de convivencia en cualquier sociedad?, pues el pacto de leyes que se da, y el pacto de leyes es cumplir el Estado de derecho. La CNDH no defiende delincuentes, defiende el Estado de derecho, que las víctimas tengan satisfacción de la violación y que se busque sancionar a quien la cometió. Los presuntos responsables deben pagar por ello, si se les confirma esa circunstancia, pero respetando el debido proceso.
Con la meta de retomar fundamentos de Carpizo
Discípulo del doctor Jorge Carpizo, fundador de la CNDH, Luis Raúl González Pérez explica que la transformación que busca en la Comisión es para retomar los fundamentos del también exrector de la UNAM.
“Retornaré a los principios que le dieron origen, porque los principios que le dieron origen son los que animan a cualquier ombudsman: antiburocratismo, oportunidad, acompañamiento de las víctimas, ejercicio de la autonomía, que significa independencia de partidos, de poderes públicos; no alejamiento, no confrontación, pero sí firmeza y energía. Ejercicio de todas las atribuciones, agilidad en los procedimientos.
“En ese sentido, volver al señalamiento público, y ahí ustedes juegan un papel muy importante, de qué sirven las recomendaciones si no logramos convencerlos a ustedes para que sean replicadores del argumento, convencidos, para señalar que alguien violó derechos humanos; la otra parte es la sociedad civil. Yo diría que eso es lo que hay que retomar, fortalecer a impulsar, a la luz de una mayor presencia ante circunstancias diferentes.
“Hoy tenemos nuevos derechos que ejercer, las preferencias sexuales hay que respetarlas, la Corte misma ya se pronunció, el ombudsman pues tiene que respetar, impulsar y defender esos derechos. Hay un contexto diferente, pero que no riñe con el principio de esos derechos y debe haber mayor presencia del ombudsman ante la situación que estamos viviendo.”
— ¿Cuál es su valoración de la CNDH a casi un cuarto de siglo? ¿Falló la cultura de los derechos humanos en México?
— Yo creo que en casi un cuarto de siglo la Comisión ha tenido avances y tiene claroscuros. Hoy en México una inmensidad de mexicanos conoce de la existencia de los órganos públicos de derechos humanos. En un principio, cuando se hablaba de ombudsman, alguien le preguntaba a Fix Zamudio, ‘oiga me puede explicar qué significa ese señor Don Guzmán’. Eso le habla del desconocimiento, y había desconfianza en ver qué era eso, y si realmente podía defender el derecho de las personas.
“Figuras como Jorge Carpizo pues le dieron lustre a la Comisión y uno de los temas que fue basamento de la Comisión fue lo recurrente a la tortura y el homicidio de Norma Corona. Hoy puedo decir que frente a un conocimiento de los derechos humanos más extendido, todavía hay espacios, zonas donde esos derechos no son conocidos y todavía no se exigen y, sobre todo, tiene que ver con grupos vulnerables. Hoy estamos en circunstancias extraordinarias como país. Yo diría que el agravante de estos temas es esta crispación social.
“Pero ¿qué detona esta crispación social? Pues graves violaciones a los derechos humanos. Graves violaciones como desapariciones forzadas. Que no sepamos el paradero de 43 jóvenes, que haya habido seis muertos en ese hecho que nos avergüenza, que nos ha expuesto en la indignación nacional e internacional.”
— Lo fraseaba como fracaso, porque tenemos varios años viendo a un país en el que hay ladies y gentlemen que abusan de personas, que a diferencia de hace un cuarto de siglo tiene leyes de atención para las víctimas, tiene a la CNDH y comisiones estatales, pero pareciera que en el ADN de los mexicanos todavía no permea.
— Es una gran paradoja. Tenemos leyes y normas valiosísimas. Tenemos normas que contienen estándares internacionales. Claro, todavía nos falta mucho por hacer, pero tenemos normas de las cuales debemos sentirnos orgullosos, ahí está el artículo primero constitucional, el fuero militar acotado, que en violación en derechos humanos pasa al ámbito civil. Tenemos la Ley General de Víctimas, tenemos la reforma penal en curso, tenemos convenciones internacionales sobre las mujeres, tenemos la Ley General para el Acceso a una Vida Libre de Violencia, para la igualdad entre hombres y mujeres, tenemos la ley contra la trata.
“Es decir, tenemos un abanico de instrumentos jurídicos cada vez más renovados y perfectibles y tenemos los órganos, y la paradoja es, y es lo lamentable, y es la crisis que se refleja, el gran reto es su materialización; sin generalizar, hay servidores públicos que se desvían del camino, como también hay servidores públicos que cumplen excelentemente su labor. Como hay ciudadanos ejemplares, como hay ciudadanos que también, de repente, hay una apatía por el Estado de derecho.
“Entonces, yo creo que parte de la solución es cómo reencontrar el camino. Ese chip o ese ADN que se introyecte en la sociedad mexicana y en los servidores públicos. Cómo recobrar la cultura de la legalidad, por convencimiento y no solamente por temor a la sanción, porque hoy vemos que no hay temor a la sanción porque la impunidad campea, entonces la impunidad es eje, es invitación a la que se cometan violaciones a derechos humanos.
“Si se violan derechos humanos y no pasa nada, pues necesitamos combatir esa circunstancia. Y ¿cuál va a ser el papel del ombudsman? Señalar públicamente a esos servidores públicos, a través de sus pronunciamientos sólidos, sin estridencias, sin protagonismos.
“El ombudsman como figura debe quedar atrás. Lo que debe aparecer es el trabajo sólido, documentado; y dos, de qué le sirve un papelito, que se llama recomendación, a la víctima. Ya lo tiene, se le reconoce que se le violaron sus derechos y que se le pide a las autoridades hagan tal o cual cosa, entre ellas la satisfacción integral por la violación sufrida.
“Ahí tiene que darse una renovación y fortalecimiento del trabajo del ombudsman. Ahí empieza una parte todavía más exigente del cumplimiento. Autoridad que no acepta o que simule cumplimiento tiene que señalársele, pero dos, cuando usted hablaba de órganos y de leyes, se le han dotado de más dientes a la Comisión, como exigir que haya una respuesta, explicación pública que no acepta y que comparezca ante el Senado. Bueno, hay que pedir también a los senadores, con quienes vamos a interactuar, que exijan y que tenga costos políticos la comparecencia, si no satisfacen las explicaciones.