Errores financieros a los 20 años

  • Gastar más de lo que ganas. Llevas un estilo de vida que no tiene correspondencia con los ingresos. En ese momento vives con muchas deudas.
  • Vives sin ahorros. El aumento de sueldo, no quiere decir que podamos gastar más. En la mayoría de los casos, es una buena oportunidad para ahorrar y cumplir con las metas que te pusiste.
  • Gastas mucho en tarjetas de crédito. Si bien las tarjetas son un buen aliado para financiar ciertas compras, para las que no tenemos el dinero disponible. Sin embargo, un abuso en su uso nos puede llevar a quedar atrapados en un mundo de deudas.

Errores financieros a los 30 años

  • Sin finanzas para una familia. Para algunas personas, la llegada de los hijos suele tomarles por sorpresa. Esto puede detener o cambiar los planes financieros, para destinarlos a la familia. Los expertos aconsejan que en este momento es cuando se puede empezar a ahorrar, pues vienen más gastos con los hijos.
  • Dejar de invertir en ti. El mercado laboral es tan cambiante, que siempre es necesario actualizarse. Si bien en este momento de nuestra vida, ya tenemos experiencia y podemos desempeñar un buen trabajo. No hay que confiarse, e invertir en capacitaciones que nos mantengan al día y abran las puertas a nuevos puestos y aumentos salariales.
  • El momento ideal para ahorrar para el futuro. Si bien en los 20 no dedicamos nada de nuestro dinero a ahorrar para el retiro, en los 30 es buena oportunidad para hacerlo, y probablemente, la última que tengamos, pues el tiempo juega en contra.

Errores financieros a los 40 años

  • Emprende. En este momento de la vida tienes la experiencia y conocimientos para iniciar un negocio. Además, cuentas con la energía para hacerlo y cierta estabilidad financiera. Iniciar tu propio negocio es una buena inversión para el futuro.
  • Comprar una segunda casa. Si bien comprar una propiedad, siempre es una buena inversión, comprar una segunda casa, sin haber terminado de pagar la primera, es el camino directo para ahorcar tus gastos. Un doble gasto de este tipo haría que tus ingresos se vieran sumamente comprometidos y que tus finanzas vivan en un delicado equilibrio.
  • No ver los gastos que vienen. Es necesario tener previstos los gastos que en el corto, mediano y largo plazo, nos llegarán. Por ejemplo, el pago de las universidades de tus hijos.

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