Con su característica piel a rayas, el pez cebra (Danio rerio) es de por sí llamativo, un habitante común tanto de los acuarios como de los laboratorios de los biólogos, donde ya se habían criado ejemplares transgénicos de chillones colores fluorescentes. También se ha conseguido con otros animales. Ahora, un artículo publicado en la revista Development cell acaba de revelar una nueva proeza de la manipulación genética sobre esa especie de agua dulce: un ejemplar que emite miles de colores, deparando un espectáculo alucinante.

El experimento ha podido ser llevado a cabo gracias a una técnica llamada brainbow –un juego de palabras que mezcla los términos ingleses brain (“cerebro”) y rainbow (“arco iris”)– y que permitía, originalmente, teñir las neuronas con multitud de colores diferentes para visualizar cómo se comportan estas células nerviosas, una por una. Se consigue insertando genes que regulan la fabricación de proteínas fluorescentes. Ahora, los genetistas han conseguido aplicar el método brainbow a las células de la piel y la córnea, y lo han rebautizado como skinbow.

Sumando todas las combinaciones de proteínas verdes, rojas y azules (los colores primarios de la luz), el pez cebra transgénico puede emitir aleatoriamente unas 5.000 tonalidades cromáticas diferentes en un proceso similar al que hace funcionar los aparatos de televisión, aunque solo 70 colores pueden detectarse individualmente al microscopio. Suficiente para distinguir una célula de su vecina. Con esta intervención, los expertos intentarán estudiar en tiempo real cómo se regenera el tejido cutáneo tras sufrir una herida o qué ocurre a nivel celular cuando se le amputa una aleta.

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