El boxeo ya era practicado como tal durante los juegos olímpicos de la Antigüedad, en los que fue incluido en el siglo VII a. C. No obstante, han perdurado algunas representaciones que muestran que la cultura minoica, característica de Creta y las islas próximas, conocía esta disciplina al menos hacia 1500 a. C. Es más, los púgiles que están representados en el famoso Fresco de los boxeadores, hallado en Santorini y datado aproximadamente en esa fecha, lucen unas protecciones en las manosque recuerdan a los guantes que hoy se utilizan.

A principios del siglo XVIII, la práctica del boxeo, que por entonces se llevaba a cabo a puño limpio, empezó a normalizarse, especialmente en el Imperio británico. En 1743, el luchador Jack Broughton introdujo un código ideado para que los deportistas no sufrieran lesiones fatales, lo cual no era infrecuente. Este planteó, por ejemplo, no golpear al rival en la cabeza si se encontraba postrado o por debajo de la cintura. La Asociación Británica para la Protección de los Púgiles desarrolló aún más estas normas en 1838. Pero lo que hoy entendemos como boxeo moderno se instituyó en las últimas décadas del siglo XIX.

En 1867, John Graham Chambers, una figura clave en el desarrollo del deporte en el Reino Unido, estableció con el apoyo del marqués de Queensberry doce reglas que, básicamente, son las que aún rigen en estas competiciones. Estas establecen desde las dimensiones del ring y la obligatoriedad de llevar guantes de buena calidad hasta la famosa cuenta de diez segundos que se le aplica al boxeador que cae antes de ser eliminado.

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