Si en la década de los 80 se re­quería una mujer que pudie­ra provocar cualquier sueño en las mentes masculinas, el nombre que surgía de inme­diato era el de Bo Derek.

Propietaria de una melena rubia, largas piernas y silue­ta de infarto, la actriz que hoy cumple 60 años era el ideal de belleza de la época.

A pocos importaba su ta­lento de este sex symbol. Prueba de ello fueron los tres premios Razzie (a lo peor del cine) que recibió a la Peor Ac­triz y una nominación al ga­lardón a la Peor Intérprete del Siglo, los cuales no lograron opacar su belleza y un carisma que durante años la mantuvo vigente tanto en el cine como en la televisión.

Nacida bajo el nombre de Mary Cathleen Collins en Long Beach, California, Es­tados Unidos el 20 de no­viembre de 1956, Bo Derek empezó en el modelaje cuan­do era una adolescente, de la mano del director John Derek, quien, a pesar de ser 30 años mayor que ella, la conquistó.

Ellos se conocieron cuan­do ella contaba con apenas 16 años durante una audición y, si bien los rumores apuntaban a que ella estaba con él por in­terés, lo cierto es que la pareja permaneció unida hasta que él murió, en 1998.

Primero iniciaron un ro­mance que a la postre signi­ficó el divorcio de John de su entonces esposa Linda Evans, hecho que la propia Bo seña­ló como reprobable, en una entrevista concedida al Daily Mail el año pasado.

«Algunas personas podrían decirme que estábamos he­chos el uno para el otro por­que permanecí con él hasta su muerte. Pero eso sólo sue­na como una excusa para mí, porque aun así, lo que hice fue algo malo”, destaca el rotativo.

La carrera de Bo despe­gó en Hollywood de la mano de su esposo, quien explotó su sensualidad a partir de un papel secundario en la cinta Orca, la ballena asesina, de Dino de Laurentiis.

Pero fue en 1979 que Derek saltó a la fama, luego de ser elegida como protagonista de la película 10, la mujer perfec­ta (10), misma que le valió una candidatura al Globo de Oro en 1979 como Nueva estrella, al tiempo que la convirtió en el sex symbol de la época.

En esta cinta, Derek se transformó en la obsesión del compositor George Webber, papel que interpretó el actor británico Dudley Moore.

En uno de los diálogos, el personaje de Webber, califica a la actriz con un “11“, debido a su belleza.

Dicha cinta la asoció tam­bién al agua, un ambiente re­currente muchas sesiones de fotos que realizó a la postre, en las que apareció rodeada de ese líquido.

Su sensualidad también la llevó a posar para la revista Playboy. Lo mismo al lado de un galgo, que con un provo­cativo bikini o mostrando sus curvas al natural, pues siem­pre lució sus encantos.

Si bien los contratos le llo­vieron, la carrera de la actriz decayó por proyectos como Tarzán el hombre mono (1981), Bolero (1984) y Ghosts Can’t Do It (1989), todas diri­gidas por su esposo, mismas que la hicieron acreedora a los tres premios Razzie ya mencionados.

En fechas recientes, y a sabiendas que su carrera no fue precisamente la mejor, la actriz aceptó participar en Sharknado 3, en la que inter­pretó a la madre de la prota­gonista, Tara Reid, y en la que se burló de sí misma.

“Siento que estoy enve­jeciendo como las otras per­sonas. Siento que no es justo, no me importan los años, sólo me importa el look, echo de menos mi piel.

“Ya no interpreto los pa­peles que solía interpretar obviamente. Pero he sido productora y no realicé audi­ciones para nada. De eso tam­bién soy culpable.

«Me gusta ver rostros nue­vos en la pantalla y muchas de nuestras historias son con­tadas por jóvenes porque son los que harían la diferencia en una trama o argumento la mayor parte del tiempo”, dijo a Eonline.com el año pasado.

Ahora, con pequeños trabajos, la vida de Bo es tranquila.

Vive en un rancho de Ca­lifornia con la familia de su hermana y desde el 2002 es pareja del actor John Cor­bett, conocido por su rol de Aidan Shaw, pareja de Carry (Sarah Jessica Parker), en la serie Sex and the City.

Excélsior

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