«Una inversión en conocimiento es la que paga los mejores intereses”.
Benjamín Franklin.

En muchas ocasiones me han preguntado si los temas económicos y financieros deben empezar a enseñarse desde temprana edad a los niños. Mi opinión es que sí.

En el estudio patrocinado por el Consejo Nacional de Educación Económica, el Dr. Michael Watts, de la Universidad de Purdue, hace una extensa revisión de los planes utilizados para promover la educación financiera en niños y jóvenes, así como de los resultados obtenidos.

La pregunta que el profesor Watts trata de responder es si los niños pueden aprender conocimientos económicos básicos y cuáles son las iniciativas más eficientes para formar una educación financiera.

Una conclusión inicial es que los niños que tienen maestros que saben más de temas económicos y dedican más tiempo a enseñarles, tendrán un mejor entendimiento de los fenómenos económicos y financieros y del impacto que éstos tendrán en su vida futura.

Ello, que parece muy lógico, no es igual para otras materias de conocimiento en las que el tiempo dedicado no es correspondiente con lo aprendido.

Otra conclusión es que una enseñanza económica formal puede propiciar que los niños tengan una mejor comprensión de esos temas, pero ello por sí solo no garantiza que sepan utilizar de manera real los conocimientos.

Ese conocimiento, si no es acompañado de alguna práctica específica (que lo convierta en hábitos), con el tiempo se va diluyendo.

LA CONDUCTA DE NIÑOS 
Y JÓVENES

En estudios realizados en Canadá y Estados Unidos se encontró, además, que conforme los niños se hacen jóvenes, el conocimiento acerca de temas como el crédito, el ahorro o la inversión que pudieran haber recibido como parte de su educación, se vuelve más sólido sólo cuando está asociado a recomendaciones concretas de práctica de su vida cotidiana. Por ejemplo, el manejo de un presupuesto o la administración de su crédito personal.

El conocimiento en abstracto no echa raíces a menos que se convierta en parte de la conducta de los niños o jóvenes.

En muchos países, para facilitar el proceso de educación, éste se lleva a cabo a través de recursos que apoyan a los maestros en entender, primero ellos mismos, los conocimientos financieros y económicos para que puedan transmitirlos. En algunos países se ha optado por crear plataformas tecnológicas que permiten que los niños interactúen casi jugando y aprendan estos conocimientos de una manera más eficiente y constante a lo largo del tiempo.

EDUCACIÓN FINANCIERA 
EN LOS COLEGIOS

Se requiere una visión integral que incorpore estos temas a la currícula de estudio de los niños, pero que simultáneamente -como en casi cualquier tema importante-tenga una participación activa y constante de los padres para que se involucren en asegurar que sus hijos tengan los conocimientos financieros y económicos básicos para enfrentar el futuro. La dificultad evidente inicial es que, en la mayoría de los casos, los propios padres tenemos una marcada ignorancia económica y financiera, o presentamos prejuicios y sesgos que nos llevan a tomar decisiones equivocadas, mismos que trasmitimos a nuestros hijos.

Un importante reto para la sociedad, instituciones de educación e instituciones financieras es construir una plataforma integral de información y conocimiento financiero, a la par que provea de productos y acciones concretas que vinculen a los niños con la práctica de las finanzas.

La educación y el conocimiento financiero y económico es una de las mejores inversiones que podemos como familias y como sociedad hacer en nuestros hijos, para asegurar que tengan herramientas que les permitan desarrollarse personal, profesional y financieramente mejor en el futuro, y alcanzar así el bienestar que deseamos para ellos y sus familias.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter: 
@martinezsolares

Raúl Martínez Solares para El Economista.

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