Esta historia comienza una noche de verano en el vestidor del Estadio Azul. Días después terminaría con un título para Santos, pero antes hubo un intercambio de golpes.

El vestuario del Azul mide no más de 60 metros cuadrados y el día que perdían la final de ida del Clausura 2008 ante el Cruz Azul, dos jugadores de Santos llegaron a las manos en el medio tiempo, recuerda Daniel Ludueña, fino centrocampista lagunero. Hay un episodio que nadie ha contado. Fue entre Oswaldo Sánchez y el Tano Fernando Ortiz, que era un defensa argentino, que llegaron a las manos. Como es chiquito el vestidor, no los podíamos parar, porque eran dos animales grandes. Todos se enteraron de eso, hasta la directiva. Quedó como una anécdota que sirvió para despertar el coraje que sentíamos y lo sacáramos en la cancha”.

Eran dos jugadores convertidos en líderes frente a frente. Ludueña estaba sentado cuando comenzó a escuchar la discusión por errores cometidos en el campo.

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