No recuerdo con exactitud el número de veces en los que me cuestioné sobre «La Vida», quizá muy pocas, o tal vez, si llegué a realizarme la pregunta, poco profundicé en su respuesta. ¿Será porque siempre «había algo más importante en que pensar»? pero… ¿qué puede ser más importante que la vida misma? Ese milagro que se nos brinda solo una vez, en el que de momento nos extraen de un mundo cálido y seguro como el vientre materno para llegar a un lugar desconocido, frío, en el que solo percibimos sombras.

Crecemos bajo esquemas establecidos: se va formando nuestro carácter, nuestras ideas, nuestras creencias. Nuestros padres y madres nos proporcionan (en la mayoría de los casos) lo mejor, se esmeran en ser padres y madres ejemplares; cierto es que nadie enseña «a ser padres y madres» es una tarea compleja.

En qué momento llega la conciencia o la curiosidad a nuestro ser que nos impulsa a preguntarnos ¿qué es la vida? ¿en qué momento comenzamos a cuestionarnos sobre nuestra propia existencia?; ¿cuál es nuestro fin y objetivo en esta vida? Alguna vez llegamos a pensar en aquella única certeza que tenemos: la muerte. Un término frío, en el que poco pensamos, pero que siempre está, silencioso, esperando el momento.

Recuerdo hace algunos años una respuesta que me impresionó y mas aún ni siquiera había reparado en ello. En un taller donde se tocaron temas referentes a enfrentar a la muerte, uno de los cuestionamientos fue: si hoy fueras a morir, ¿cuál sería tu último pensamiento? Inmediatamente vino a mi mente la negación a la muerte, pensé en todos aquellos planes, sueños, vino a mi mente mi familia, mis amigos; todas aquellas palabras y sentimientos no expresados. Eran tantas mis asignaturas pendientes que no pude dar respuesta a esa pregunta. No estaba preparada para morir y creo que sigo trabajando en ello. Pero la respuesta que dio mi maestro fue: no me importaría morir hoy y ahora, no me importaría porque he vivido a plenitud. ¡Vivir a plenitud! ¿Qué es vivir a plenitud?

Pudiera parecer una respuesta simple, pero que lleva un gran contenido. Ahí me cuestioné qué significaría vivir a plenitud. En qué momento yo puedo decir que he vivido a plenitud. ¿Vivir a plenitud es igual a vivir feliz? ¿Vivir a plenitud es similar a lograr un objetivo profesional? ¿Vivir a plenitud es tener un vehículo, una bonita casa, prestigio social y profesional? ¿Vivir a plenitud es acaso, desarrollarnos como hombres y mujeres en nuestros principales sueños?

Cuantas veces nos hablan en casa, en la escuela, en algún curso, sobre un proyecto de vida. Un proyecto de vida en el que realicemos un listado priorizando nuestros objetivos. En el que nos ponemos metas y trabajamos día con día en alcanzarlos. ¿Cuánto tiempo le dedicamos a la construcción y realización de nuestros objetivos? ¿Cuántas horas, días, semanas, meses empleamos en trabajar, prepararnos para alcanzar nuestras metas? Las respuestas pueden ser múltiples, quizá haber vivido a plenitud sea lograr tener una profesión, vivir a plenitud podría ser tener el trabajo que tanto he querido, vivir a plenitud será ocupar algún cargo público, vivir a plenitud podrá ser casarme, tener hijos e hijas…

Cierto es, que la respuesta es múltiple y puede tener miles de matices. Lo cierto es, que al cuestionarme sobre la vida y después de enfrentar a su contra parte de forma tan cercana con personas que tanto quise llego al mismo punto ¿qué es la vida?

En qué momento hacemos un alto y reflexionamos. Pocas veces…

El día a día nos absorbe, el estrés nos agobia, nuestra salud se deteriora, el tiempo no nos alcanza, las ansias de poder, dinero, posición son cada vez más importantes, el prestigio ocupa una de las principales prioridades. Y quizá no es equivocado querer todo ello, pero hoy, en el que estoy aquí, con una familia, con amigos y amigas, con gente que reconoce mi trabajo y quienes no… ¿Qué tanto inciden dichos factores en mi vida y en vivirla a plenitud?

Hay múltiples preguntas que dan vuelta en mi cabeza:
¿Por qué día con día los países más poderosos quieren serlo cada vez más ?
¿Por qué nuestros gobernantes realizan practicas inadecuadas para sus gobernados?
¿Por qué existe violencia en las familias?
¿Por qué hay personas que esclavizan a niños, niñas, mujeres?
¿Por qué los derechos establecidos en nuestra constitución parecieran letra muerta ante los hechos violentos que agobian a nuestro país?
¿Por qué hay hombres y mujeres que trafican drogas, que abusan de otras y otros, que asesinan?
¿Por qué no somos buenos vecinos y vecinas?
¿Por qué no cuidamos este mundo que nos fue prestado?
¿Por qué no respetamos al otro o a la otra?
¿Por qué tiramos la basura fuera de su lugar?

Y pueden ser tantas las preguntas y tan pocas las respuestas. Vivir a plenitud es comenzar desde mi entorno, desde mi persona. Vivir a plenitud es dormir en paz y tranquila o tranquilo porque realice lo que me correspondía. Vivir a plenitud es esmerarme en ser buen padre y buena madre. Vivir a plenitud es realizar mi trabajo con esmero, con entusiasmo, con empeño. Vivir a plenitud es disfrutar el día a día. Vivir a plenitud es vivir con intensidad y respeto cada momento de mi existencia.

Quiero sentirme segura al caminar por las calles de mi colonia, de mi municipio, de mi estado, de mi país. Quiero tener oportunidades de empleo, en razón de mi capacidad, de mis resultados, de mi disposición. Quiero disfrutar de espacios en los que pueda jugar con mis hijas e hijos. Quiero que existan oportunidades reales de empleo. Quiero que exista respeto entre hombres y mujeres, entre naciones, entre gobiernos.

¿Qué es la vida? Cada momento, cada instante, cada sonrisa, cada lagrima, cada ilusión. La vida es un conjunto de historias. Mi historia, tu historia, nuestra historia. La vida es un reto, la vida es un misterio, la vida es una oportunidad. Aprovechémosla, pues éste no es el país que me merezco. México es mucho más. En tus manos, en mis manos, en nuestras manos y acciones esta marcar la diferencia. No seamos indiferentes a lo que hoy vivimos, a lo que hoy enfrentamos. La vida es vivir a plenitud.

Lo cierto es que la vida solo es una. Y la vida es un milagro maravilloso que me ha permitido conocer, admirar, respirar, «disfrutar de las cosas sencillas». Que la vida es un breve momento por el que yo y nadie mas decido cómo vivirla. La vida es el hoy, el ahora. La vida es mi oportunidad de trascender, de dejar un bello recuerdo de mi existencia, de ser, hacer y permanecer, aun en un recuerdo. Mi vida es mi momento

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