Lic. Mauricio Rebolledo Del Castillo
Profesional del Derecho con experiencia en foros y organizaciones no gubernamentales de carácter internacional.
Twitter: @mauriciordc

Estimados lectores, en primer lugar aprovecho para enviarles un cordial saludo y a su vez hacer un breve ejemplo con respecto al contenido que esta columna habrá de compartirle cada semana.

Al día de hoy existen poco más de 70 conflictos armados en el mundo, siendo el más grave el que vive Afganistán debido a la guerra civil entre musulmanes moderados y los fundamentalistas islámicos y que se ha visto empeorado por las tensiones que las elecciones de este año han supuesto para el país. Dicho conflicto ha implicado desde su inicio (1978) a cerca de 2 millones de víctimas mortales. A la guerra civil en Afganistán le siguen la guerra civil en Somalia, la guerra de similar naturaleza al norte de Pakistán y la guerra civil Siria. No muy lejos de dichos conflictos, en términos de víctimas por año, se encuentra el actual conflicto armado que enfrentan las fuerzas federales mexicanas y los grupos del narcotráfico que a la fecha arroja un aproximado de poco más de 60 mil víctimas por año desde 2006, dando cerca de medio millón de víctimas mortales a la fecha. Cabe decir que el número no ha disminuido desde que asumiera la presidencia el Lic. Enrique Peña Nieto, la nueva estrategia de censura a la información vinculada con el crimen organizado no ha dado los resultados esperados, como si el gobierno pensara que “si no sale en la tele no pasa” la verdad es que si ocurre, solo les ha facilitado distraernos a todos con asuntos que la administración considera más importantes.

Ahora, vinculemos las consecuencias de los conflictos armados a nuestro día a día. Observemos el problema de Afganistán, una guerra civil de corte político – religioso, a inicios de la década pasada la victoria de los fundamentalistas fue casi total. En 2003, tras los atentados de las torres gemelas de Nueva York, Estados Unidos decide hacer una intervención armada en el país, asumiendo que el problema se había salido de las manos al grado de que fundamentalistas entrenados en el país habían destruido el World Trade Center. Por esas fechas la relación entre México y Estados Unidos no podía ser mejor, el proceso de reorganización y restablecimiento de un nuevo marco bilateral de negociación era muy loable y se veía casi en las manos. La intervención en Afganistán eliminó a México de la agenda internacional estadounidense, dejando pendientes (a la fecha) innumerables posibilidades de cooperación para el desarrollo, fondos de infraestructura, fortalecimiento del intercambio escolar, regulación y ordenamiento migratorio, etc. El costo de dicha intervención precipitó la explosión de la burbuja inmobiliaria, situándonos en un mundo en crisis económica en el que usted y yo la hemos tenido más difícil para realizar cualquier actividad económica, la misma que ha llevado a las famosas reformas estructurales que actualmente lleva a cabo nuestro país, nos hemos visto obligados a hacerlas después de la depresión económica que Estados Unidos ha sufrido, no olvidemos que casi todo lo que producimos es vendido a los estadounidenses. En razón de lo anterior podemos ver que el mundo es una inmensa fila de dominós, en la que sólo hace falta dar un pequeño empujón para vivir un espectáculo de consecuencias y hechos encadenados que se precipitan uno sobre el otro llevándonos a destinos y situaciones que eventualmente son nuestro presente, es por ello que cada decisión y hecho puede terminar impactando a todo el planeta, tal vez no mañana pero si en cuestión de meses, años, décadas y siglos.

Espero que este pequeño análisis sirva para que vayamos entendiendo que un conflicto armado entre gente que no conocimos y que tampoco nos interesó en lo absoluto; cualquier batalla entre islamistas moderados y fundamentalistas en Afganistán que ocurrió a finales de los años 90 ha servido de pivote para una de las más grandes crisis de seguridad global y económica que el mundo haya visto y de la cual nos hemos visto directamente afectados.

Le invito a leer esta columna no solo para informarse sino para hacer conciencia de los eventos que ocurren en el mundo y que serán parte de nuestra realidad. Los temas internacionales son maravillosos para hacernos protagonistas de nuestro tiempo.

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