Antes de que los aparatos electrónicos formaran parte indispensable de la vida cotidiana, las personas memorizaban todo tipo de información: las fechas de cumpleaños de sus seres queridos, infinidad de números de teléfono que incluían los de emergencia, las direcciones y cómo llegar a ellas, sin temor a preguntar entre muchos otros datos.

En 2018, tales hábitos no forman parte del entrenamiento de la memoria. Las redes sociales, aplicaciones como Waze o Google Maps y los propios aparatos electrónicos han resuelto tales tareas sin que los usuarios tengan la necesidad de memorizar prácticamente nada.

La tecnología no sólo recuerda datos importantes, sino que ofrece opciones para enviar mensajes automáticos, sin necesidad de personalizarlos.

¿Qué es lo que se está perdiendo en el camino? Desde el punto de vista de la sicóloga Zeydi Luz Prado Frausto la consecuencia de dejar ésta y otras tareas a un teléfono celular es el aislamiento, la falta de comunicación personal y la dependencia o adicción a tales herramientas.

Un dispositivo móvil nos mantiene aislados al no tener una interacción hasta con nuestros familiares. Nos hemos vuelto codependientes, pues incluso nuestra seguridad queda a la deriva al perder u olvidar nuestro teléfono.

Fuente: Excelsior

Más información: http://www.excelsior.com.mx/nacional/2018/02/11/1219589

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