Como magistrado presidente del Tribunal Electoral de la Ciudad de México, Armando Hernández Cruz debe tomar a diario decisiones muy complejas, aunque no es capaz de poder llevar su propia agenda. Tiene seis mil 576 seguidores en Twitter y mil 337 en Facebook.

Es una figura pública, pero le cuesta, y mucho, la interacción social.

Debe recibir todos los días a más de una veintena de personas en su oficina, a pesar de que las conversaciones de más de cinco minutos le ‘revienten´ la cabeza; también tiene que ir a actos públicos pese a que los lugares concurridos siempre le generen estrés.

Es incapaz de reconocer rostros aun cuando se trate de importantes actores políticos. No soporta el ruido, ni le gustan las conversaciones telefónicas. Tampoco sabe cómo hacer amigos. Vive con Asperger y apenas hace dos años lo sabe.

Alegóricamente es como si uno viniera de otro planeta, porque el nivel de conexión y de interacción con las personas es muy difícil, porque no se logra comprender al mundo y el mundo no logra comprender al Asperger. Veía en algún libro para niños que trata el tema de Asperger unos peces nadando hacia un lado y otro nadando en dirección distinta, esa imagen me reflejó mucho de lo que yo percibo de mi persona, es como caminar en una ruta distinta hacia donde van los demás”, explicó.

Desde pequeño, este funcionario público se sintió distinto, nunca encajó con el resto de los niños de su edad. Sufrió bullying. Ni una sola vez, durante los seis años de primaria y los tres de secundaria, le dirigió la palabra a una niña. Eso sí, fue un alumno de excelencia, quizá por eso nadie, ni su mamá que debía hacerse cargo de otros siete hijos, notó su condición.

Fuente: Excelsior

Más información: http://www.excelsior.com.mx/nacional/2018/02/18/1221130#imagen-1

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