Días antes de que Donald Trump anunciara que no iba cumplir su amenaza de imponer el cinco por ciento de aranceles a las exportaciones mexicanas destinadas a Estados Unidos, un grupo de empresarios mexicanos y estadounidenses se reunieron a cenar con dos políticos estadounidenses, uno a nivel local y el otro a nivel nacional, en un estado de votantes republicanos.

Los mexicanos presentaron datos económicos que mostraban cuál podría ser el costo de los aranceles para ese estado y sus condados. Al día siguiente, ambos políticos hicieron declaraciones públicas manifestando su preocupación acerca de los impuestos.

Desde el 7 de junio, cuando se “suspendieron indefinidamente” los aranceles, la atención ha estado centrada en el trabajo que hicieron los negociadores mexicanos en Washington.

Aceptaron enviar 6 mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera sur de México y ofrecer albergue a los solicitantes de asilo mientras esperan la respuesta de Estados Unidos a sus solicitudes. Posteriormente, Trump afirmó tener un segundo acuerdo “secreto” con México, agitando una hoja de papel frente a fotógrafos. Al parecer, mostraba una promesa de que se “compartiría la carga” de los trámites de los refugiados.

No obstante, también ayuda el tipo de trabajo realizado en ese restaurante en Estados Unidos. Muchas personas en México creen que la posibilidad más viable de reprimir los peores instintos de Trump es persuadiendo a amigos que puedan apelar a sus propios intereses.

En 2017, se reportó que el presidente dio marcha atrás a la decisión de poner fin al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o TLCAN, en el día número 100 de su mandato después de que su secretario de Agricultura, Sonny Perdue, irrumpió en su oficina con un mapa que mostraba que los estados que ganó en las elecciones de 2016 serían los más afectados con su extinción.

En el periodo previo al lanzamiento del TLCAN en 1994, México y Canadá pagaban mucho dinero a las empresas de cabildeo estadounidenses para que buscaran el apoyo de los políticos. Sin embargo, la “coalición del TLCAN” se deterioró años antes del ascenso de Trump.

Ahora, ambos países están tratando de volver a ganarse a las personas que tienen influencia: legisladores y gobernadores, en especial los republicanos, así como grupos empresariales.

México, sobre todo, está esperando que la labor de cabildeo ayude a atenuar la ira de Trump si no se reduce la cantidad de migrantes centroamericanos que van hacia Estados Unidos.

Horas antes de que se cancelara la amenaza de imponer aranceles, Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México, pronunció un discurso en la primera Cumbre de Alcaldes de América del Norte de la historia, un debate a la orilla del mar en la ciudad turística de Los Cabos.

Cerca de 120 alcaldes de los tres países asistieron al evento organizado por Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores (Ebrard no pudo asistir a su propio evento debido a que estaba atrapado en las negociaciones en Washington).

Estas cumbres están surgiendo cada vez con mayor frecuencia. Ahora, todos los años se reúnen las asociaciones de gobernadores y primeros ministros de México, Estados Unidos y Canadá. Wilbur Ross, secretario de Comercio de Estados Unidos, asistió en abril a una reunión de directores generales de empresas mexicanas y estadounidenses celebrada en México.

Las elecciones del año pasado en México fueron las primeras en las que se permitió que los senadores se postularan para un segundo periodo (hasta 2014, los legisladores solo podían estar un periodo en el cargo). Eso debería contribuir, con el tiempo, a fortalecer los vínculos entre los políticos mexicanos y los estadounidenses.

En Washington, las Embajadas de México y Canadá intercambian recomendaciones acerca de cuáles senadores estadounidenses son flexibles y cuáles son tibios con respecto al comercio (a ambas les inquieta el escepticismo sobre el comercio de los demócratas recién llegados). Además, cada una ha recabado meticulosamente información económica a niveles estatal y federal para presentarla en reuniones cara a cara.

Cuando los legisladores salen de la capital, se lanzan a su lugar de origen, donde sus agendas suelen estar más vacías. “Si hay una parrillada, vamos”, comenta un funcionario. Dicen que la mayoría de los legisladores estadounidenses se sorprenden cuando les dicen lo mucho que comercian sus distritos con las naciones a ambos lados de las fronteras estadounidenses.

¿Qué efecto tiene todo esto? Un diplomático bromea diciendo que es como la publicidad. Llega a su destinatario la mitad de las veces, pero nadie sabe qué mitad. “Sabemos que algo saldrá de hablar al mismo tiempo con 20 personas influyentes”.

México y Canadá comparten frontera con estados importantes que le ayudaron a Trump a ganar la presidencia. A lo largo de la frontera con México, donde existen grandes poblaciones mexicoestadounidenses, no todos comparten la antipatía que siente Trump por su vecino del sur. La nueva embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena Coqui, en sus primeros cinco meses, ha visitado cuatro estados que ganó Trump.

El objetivo por ahora es garantizar que el Congreso apruebe con rapidez el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, la reforma que hizo Trump al NAFTA. Quizá también llegue algo de cabildeo hasta Trump. Pero incluso si no logra que cambie de opinión, esta nueva diplomacia podría durar más que el presidente.

“Nuestro liderazgo nacional ha acelerado” los intentos de las regiones de América del Norte por construir vínculos transfronterizos, señala Eric Garcetti, el alcalde de habla española de Los Ángeles, quien organizará la cumbre de alcaldes el próximo año. Esos vínculos perdurarán.

CON INFORMACIÓN DE EXCÉLSIOR

https://www.dineroenimagen.com/economia/el-plan-de-mexico-y-canada-para-detener-los-aranceles-de-trump/111120?categoria=%22dinero%22

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