Me acuerdo del anodino, inexpresivo estilo de Jacobo Zabludovsky cuando el 1 de enero de 1994 informó sobre el levantamiento del ejército zapatista en Chiapas. Como periodista, Zabludovsky tomó el lado del gobierno, no el de los mexicanos. En su reporte, el periodista buscaba incentivar el temor y la incertidumbre: miedo a la participación política, miedo a formas de gobierno distintas. En las imágenes televisadas, se veían a los zapatistas tomar alcaldías y comunidades, así como ataques con bombas atribuidos al EZLN. Con su línea editorial, siempre oficialista, Zabludovsky difundía una política del miedo basada en el principio que la participación ciudadana le costaría la paz y la estabilidad al país.

2017 no es 1994: el autogol de EPN

Enero del 2017 será también un mes decisivo en la historia contemporánea de México. En los primeros días del año, se han registrado diferentes expresiones de cultura cívica, muchas de ellas ejemplares, que son evidencia de una movilización masiva que en estos momentos tiene lugar en el país. El año comenzó muy pronto con el gasolinazo: el autogol que se metió el presidente Enrique Peña Nieto. El gasolinazo, la liberación del precio de la gasolina, se puede explicar como un impuesto sobre la ciudadanía. El costo social, político y económico de esta medida parece desde ya haber colocado al presidente en un escenario de crisis desconocido.

Pero no es sólo la gasolina. Los derroches y abusos de la clase política son innumerables, y se hacen visibles cada año en diciembre con bonos, gratificaciones y regalos que generan mucha indignación entre los mexicanos. Al mismo tiempo, la aceptación del presidente se ha esfumado: México está en las manos de un presidente inepto, desdibujado, absorto por los escándalos de corrupción, violencia política y falta de dirección. Un presidente que parece estar esperando a que pasen los dos últimos años del, parafraseando al flamante e inexperto Secretario de Relaciones Exteriores, ‘aprendizaje’ en que se ha convertido la presidencia de México.

El presidente baila solo

Claro que también el contexto internacional es muy distinto ahora al de 1994. En 2017 el presidente de México enfrentará una rivalidad desconocida en las relaciones entre México y los Estados Unidos. Las amenazas de Donald Trump que en su momento fueron vistas como folklórica propaganda de campaña más que como serios pronunciamientos políticos, se están convirtiendo en realidad. Los casos de las fábricas Carrier, Ford y Fiat-Chrysler son los primeros pasos hacia una política antagonista, sino anti-mexicana, de los EEUU.

El presidente electo de los EEUU aún no está en funciones y ya tuvo un impacto inmediato en el clima de las inversiones entre los dos países. Trump ha podido convencer a ‘America’ de que los mexicanos son los ganadores del TLCAN, para darle un giro a la política económica. No hay otro presidente de los Estados Unidos que haya sido tan amenazante, vil y maldiciente sobre México, y que abiertamente confronte a su presidente. Esto ha sido también en parte una situación provocada por el mismo Peña Nieto, es decir, ‘a hell of his own making’. El presidente está completamente solo y no maneja ningún tema del ámbito internacional, como lo vimos en las vergonzosas imágenes y discursos durante la cumbre con Obama y Trudeau.

¿Y ahora?

Es poco probable que Enrique Peña Nieto dé marcha atrás a su política económica y reintroduzca el precio oficial de la gasolina. Durante su gobierno, no ha dado oído a las demandas de la ciudadanía. Como es del conocimiento común, Pemex ha sido la caja chica de la presidencia con una larga historia de corrupción. Sin embargo, la liberalización del precio tiene un impacto tanto en el gasto de las familias, como en el funcionamiento del mercado en su conjunto. El incremento de los precios trae inflación, de tal manera que el pequeño salario de los trabajadores alcanzará aún menos para cubrir las necesidades más elementales. En el contexto de desempleo y bajo crecimiento, donde además hay mucha desigualdad, la inflación no sólo produce más pobreza sino que cuando hay crecimiento se hace más grande la brecha entre los estratos sociales. Además, donde hay desempleo y pobreza, hay más informalidad. Más gente generará ingresos de forma irregular para quedarse a trabajar en las calles, donde las economías informales muchas veces coexisten con las ilegales.

También los medios de comunicación masiva han cambiado drásticamente desde 1994. Como es el caso con tantas otras figuras en diferentes ámbitos de la televisión, no hay otro periodista hoy en día con la hegemonía y el poder que tuvo Zabludovsky en su momento para desarticular y confundir a la ciudadanía con la manipulación de información y fuentes a servicio del partido de estado y los empresarios más poderosos.

En su lugar, tenemos hoy en día un panorama mediático digital abierto, más horizontal y por lo mismo fragmentado, sin un claro centro de poder, donde circulan a la par narrativas y discursos producidos por profesionales y ciudadanos, donde la imagen y la palabra muchas veces no son lo que parecen. Un panorama mediático que ha puesto en crisis a las empresas antes todopoderosas, sin ‘vetos’ pero ‘legalismos’ para callar voces como la de Carmen Aristegui, Sanjuana Martínez, y Sergio Aguayo, por nombrar solo tres casos conocidos. Además, Peña Nieto hace uso de un ejército de ‘trolles’ pagados, podría uno suponer, con fondos de la presidencia y que han estado publicando mentiras en las redes sociales desde su campaña presidencial.

Más México para México

Pero la diferencia más grande entre 1994 y 2017 radica en la ciudadanía. En enero de 1994 los medios hegemónicos asustaron a los mexicanos con imágenes de ‘indígenas rebeldes’ y ‘terroristas’; el mensaje era: la participación ciudadana es fuente de violencia e inestabilidad. En 2017, la ciudadanía ha aprendido con mucho dolor y sangre que es el gobierno la fuente de violencia, inestabilidad y criminalidad.

Este enero, los manifestantes de Camargo, Chihuahua, como en tantas otras poblaciones del país, han demostrado que la cultura civil y la resistencia pacífica, son el único medio legítimo para transformar al país. Este 2017 le deseo a México muchos Camargos, muchas Aristeguis, Martínez y Aguayos. También le deseo a México muchas Patronas, como las de Tabasco que ayudan a quienes lo necesitan; también deseo muchos estudiantes que ganen olimpiadas científicas, y líderes religiosos como Alejandro Solalinde y Raúl Vera. En fin. Para el 2017, le deseo a México más México.

ARISTEGUI NOTICIAS

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