s treintañeros somos esa generación pérdida que disfrutó sin culpas un peperami y, al mismo tiempo, se acostumbró a cargar una lonchera con sándwich y termo. El recreo para muchos era una tragedia, o el sándwich se mojaba y quedaba transformado en una masa deforme o te habían dado algo que no te gustaba y la lonchera regresaba intacta a casa o el contenido en la basura, con tal de evitar un regaño; para otros la opción de qué comer estaba en la tiendita de la escuela.

En honor al 30 de abril, quisimos recordar los clásicos de los lonches noventeros. ¡Ah, nostalgia!

SÁNDWICH DE JAMÓN CON QUESO AMARILLO Y PAPITAS
Hace 254 se sirvió el primer emparedado en la ciudad de Sandwich en Kent, Inglaterra. El Conde John Montagu, IV Conde de Sandwich tenía hambre y ordenó carne en medio de dos panes, sin imaginar que estaba creando una de las comidas más comunes en occidente.

De vuelta a México, en los 90 no había diversidad en los panes, ni la infinidad de ingredientes que incluyen ahora, solo teníamos al osito Bimbo y su producto estrella, el pan blanco, que se te pegaba en el paladar en cada mordida. Los ingredientes variaban, había quien además del jamón y el queso —por lo general amarillo— agregaba jitomate, cebolla, aguacate y, para los acostumbrados al chile, rajas de jalapeño. Muchos modificábamos esta comida sana llegando a la escuela: le metíamos en medio un poco de papas fritas –Rancheritos o Doritos–, eso le aportaba una sensación crujiente y, obvio, calorías.

Los tupperwares eran del tamaño exacto del pan de caja, si no las mamás siempre se las arreglaban, podían envolver el sándwich en servilleta de papel o un trozo de aluminio y luego en una bolsita y a la lonchera, o se corría del riesgo de comer crepa de sándwich cortesía del libro de matemáticas.

FRUTSI/ BOING/ PAU PAU
Todos los treintañeros probamos alguna vez en nuestra vida el Frutsi, el más común era de naranja, y todos lo abrimos haciendo un hoyo con una mordida en la parte de abajo en vez de por la tapa metálica. Parece que la empresa productora por fin entendió el mensaje y ahora el logotipo aparece en ambos sentidos.

En 2013 la nutrióloga Xaviera Cabada de la A.C. El Poder de Consumidor, hizo un análisis del Frutsi y determinó que es una bomba azucarada. Beberlo es igual a comer 4 y media cucharadas cafeteras de azúcar. Pero antes de las miles de recomendaciones de no abusar en el consumo de azúcar y los millones de estudios sobre la obesidad infantil, beber Frutsi o cualquier producto parecido, como la deliciosa leche restante después de comer un plato de Zucaritas, no era pecado alguno. La lista de bebidas dulces abarcaba el inolvidable Boing de guayaba en empaque triangular –ya no existe– y el hermano menor del Frutsi: el Pau Pau con su tucán como logotipo.

SINCRONIZADAS
Si, era costumbre cargar con una quesadilla o sincronizada en la mochila. Se hacía con queso y una rebanada de jamón entre dos tortillas de harina, y las mamás la cortaban en cuatro para que pudiéramos comerla por partes. Obvio la comíamos fría, y a veces el queso se pegaba a la servilleta.

SALCHICHITAS CON SALSA VALENTINA Y LIMÓN
Este lonche era de los populares, los compañeros te rodeaban para poder robarte un par de salchichas. Hacerlo era fácil: salchicha coctelera, salsa Valentina y limón. Igual que en el caso de las bebidas azucaradas, nadie se cuestionaba sobre el contenido de las salchichas, así que sin recato las madres lo mandaban en la lonchera –incluían agua fresca o jugo para no sentirse tan mal– y los niños les hincábamos el diente.

PEPERAMI
El premio al lonche menos sano sería el del peperami. Es un embutido muy salado que por alguna razón consumíamos los niños, podría ser el hijo del salami y la salchicha. Uno de los placeres era terminarlo y poder chupar el plástico que lo envolvía. Sal y grasa sin culpas porque la OMS aún no declaraba cancerígenos los embutidos.

TORTA DE HUEVO CON SALCHICHA
Este lonche era por mucho el más apestoso ¡y si a tu mamá se le ocurría hacerlo con chorizo más! Consistía en una telera rellena de huevo revuelto con salchicha. Era grande y pesado, pero bueno, éramos niños y corríamos, y si estábamos pasados de peso éramos “sanitos”, no gorditos, en los 90 se valía todo.

¿Qué otro lunch recuerdan?

Excélsior.

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