TIJUANA. La cadena del tráfico de indocumentados en esta ciudad compuesta por elementos como el talón, el clavo, el pollo, el cobrón y el encargado de “dar el brinco”.

El proceso inicia con el talón, que son hombres y mujeres entrenados en detectar a los recién llegados a la ciudad, desconcertados muchos de ellos, a quienes ofrecen sus servicios: por 5 mil o 6 mil dólares los cruzan hacia Estados Unidos en forma ilegal, o por 12 mil dólares a través de alguna de las garitas, utilizando documentos falsos, robados o rentados.

Javier N, pollero de la Zona Norte desde hace más de tres décadas, explica que el clavo es el escondite donde los pollos son mantenidos durante varios días hasta que “se junta el viaje”, es decir, un grupo de indocumentados que serán cruzados en una camioneta panel o minivan, o hasta que se consigan documentos adecuados para el cliente.

Por lo general los clavos son casas en estado de semiabandono, ubicadas en colonias como la Libertad, cercana a la garita de San Ysidro, o en la Zona Norte, tierra de polleros apalabrados con la policía municipal, aunque en algunos casos son inmuebles comunes que no llaman la atención de las autoridades, donde son confinados los clientes VIP, aquellos que pagarán sus servicios con el dinero enviado por familiares en Estados Unidos.

Ahí, los pollos son resguardados y no tienen permiso para salir a las calles, por lo que se les proporciona agua y alimentos, pero son vigilados de cerca por custodios.

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