El Ejército de Tailandia ha declarado esta madrugada el estado de excepción, en un movimiento sorpresa con el que, según asegura, pretende restablecer el orden tras seis meses de inestabilidad política, protestas y atentados que han costado la vida al menos a 28 personas. Soldados en vehículos armados con metralletas patrullan las calles de Bangkok y han tomado el control de las cadenas de televisión. El Gobierno, sin embargo, sigue al frente del país, y los militares, que han impuesto también la censura en los medios de comunicación, han afirmado que “no se trata de un golpe (de Estado)”.

El Gobierno no fue informado de antemano de la decisión antes del anuncio realizado en la televisión a las 3 de la mañana (seis horas menos en la España peninsular). El jefe del Ejército, el general Prayuth Chan-ocha, dijo que han asumido el mando de la seguridad pública, debido a las continuas protestas, que han costado vidas y causado daños. “Tememos que esta violencia pueda dañar la seguridad del país en general. Así que, con objeto de restablecer la ley y el orden del país, hemos declarado la ley marcial [estado de excepción]”, aseguró. “Pido a todos los grupos activistas que pongan fin a todas sus actividades y cooperen con nosotros para salir de esta crisis”. Manifestantes partidarios del Gobierno y contrarios a él están acampados en diferentes lugares de Bangkok, y los militares les han ordenado que permanezcan donde se encuentran y no emprendan marchas para evitar enfrentamientos.

El Gobierno ha saludado la iniciativa para restablecer el orden y ha dicho que, aunque no fue informado de la declaración del estado de excepción, se encuentra el frente del país. “El Gobierno no tiene ningún problema con esto y puede gobernar el país de forma normal”, ha declarado el ministro de Justicia, Chaikasen Nitisiri. La Constitución de Tailandia otorga al Ejército el derecho a declarar el estado de excepción en caso de necesidad urgente.

Tailandia está sumida en una profunda crisis política desde que en 2006, un golpe militar depusiera al jefe de Gobierno, Thaksin Shinawatra, un antiguo magnate de las telecomunicaciones convertido en político. Thaksin fue acusado de corrupción, abuso de poder y falta de respeto al rey Bhumibol Adulyadej. Desde entonces, los partidarios y los detractores de Thaksin están enzarzados en una lucha de poder.

La última ronda de enfrentamientos comenzó en noviembre pasado, cuando manifestantes contrarios al Gobierno se echaron a la calle para intentar expulsar del cargo a la primera ministra, Yingluck Shinawatra, quien es hermana de Thaksin. Yingluck disolvió la Cámara Baja del Parlamento en diciembre, pero no logró poner fin a las protestas contra su gabinete. Las elecciones celebradas en febrero pasado fueron anuladas por el Tribunal Constitucional por haber sido interrumpidas en numerosas circunscripciones, y, aunque están previstos nuevos comicios para el 20 de julio, es probable que sean retrasados.

El embrollo político tailandés se hundió aún más a principios de este mes, cuando el Constitucional ordenó a Yingluck y a nueve miembros de su Gobierno que abandonaran el cargo por abuso de poder; una decisión que ha sumido el país en el limbo político y no ha aliviado la crisis. Niwatthamrong Boonsongphaisan, viceprimer ministro y ministro de Comercio con Yingluck, es primer ministro interino desde entonces. Los militares tailandeses han dado 18 golpes de Estado, 11 de ellos con éxito, desde el fin a la monarquía absolutista en 1932.

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