Estados Unidos instó este viernes a Sudán a respetar la libertad religiosa y cumplir la normativa internacional en materia de derechos humanos después de que un tribunal de ese país condenara hoy a muerte a la doctora Mariam Ishaq, de 27 años, por haberse convertido al cristianismo.

«Condenamos rotundamente esta sentencia y urgimos al Gobierno de Sudán a respetar la libertad religiosa que consagra la Constitución de Sudán desde el 2005, así como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos», indicó en un comunicado la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Caitlin Hayden.

La condenada recibirá cien latigazos como castigo y después será ahorcada, aunque la pena no se aplicará hasta dentro de dos años.

Un tribunal ya había condenado el domingo pasado a la sudanesa a la pena capital por apostasía y adulterio, un fallo que ha sido confirmado este jueves.

La sentencia se cumplirá en dos años

El magistrado retrasó el cumplimiento de la sentencia hasta dentro de dos años para dar tiempo a que la mujer dé a luz al hijo que está esperando y termine de amamantarlo en ese tiempo.

«Continuamos urgiendo a Sudán a que cese en sus violaciones sistemáticas de las libertades religiosas y respete las libertades fundamentales y los derechos humanos universales de todos sus ciudadanos», señaló Hayden.

La condenada, embarazada de ocho meses y con otro hijo de dos años, cambió su nombre de Abrar por el de Mariam y es hija de un hombre de la región de Darfur, en el oeste de Sudán, y de una mujer de la vecina Etiopía.

Esposo, absuelto

El pasado domingo, su esposo cristiano fue absuelto del cargo de adulterio por falta de pruebas, tras argumentar que había contraído matrimonio con ella cuando ya había cambiado su religión.

El tribunal recordó que la ley sudanesa prohíbe la conversión del islam al cristianismo y que, por tanto, la acusada cometió adulterio al ser «nulo» su matrimonio como cristiana.

A la vista de este viernes acudieron un gran número de diplomáticos occidentales y representantes de grupos de derechos humanos, que han advertido del riesgo que este tipo de juicios supone para la tolerancia religiosa y los derechos humanos en Sudán.

Compartir