La Tierra no es un objeto aislado, sino que está abierta al espacio exterior. Se estima que entre 70 y 100 toneladas diarias de material extraterrestre alcanzan nuestro planeta en forma de polvo cósmico. Una lluvia continua de minerales procedentes de distintas fuentes, principalmente de tipo asteroidal y cometario. Podría decirse que estamos expuestos a una tenue lluvia cósmica que pasa desapercibida. Sin embargo, a veces esto no es así y somos testigos de eventos mucho más espectaculares.

Ocasionalmente, un objeto de mayores dimensiones entra en nuestra atmósfera y sufre un proceso de ablación que, afortunadamente para nosotros, va fragmentando el meteoroide, generando meteoros en ocasiones muy brillantes, las llamativas bolas de fuego, que cuando estallan en la atmósfera, se denominan técnicamente bólidos. No se debe hablar de meteoritos hasta que los fragmentos del meteoroide impactan contra la superficie terrestre.

Pero, ¿por qué son importantes los meteoritos? ¿Podrían traer algo peligroso? ¿Estamos expuestos a un impacto de grandes dimensiones? Obviamente, la contestación a todas estas preguntas requiere más detalle que un breve artículo como éste. No obstante, sí podemos dar un barniz divulgativo general. Respondiendo simultáneamente a la primera y a la última cuestión podríamos decir que los meteoritos juegan un papel constructivo y destructivo.

Constructivo porque equivalen a los planetesimales (objetos sólidos formados por polvo, roca y otros materiales del espacio que no pueden observarse) a partir de los que se formaron la Tierra y otros planetas y lunas y porque pudieron contribuir al origen de la vida, como portadores de agua y compuestos inorgánicos y orgánicos fundamentales. Destructivo, porque además de los eventos recientes como el de Cheliabinsk, el estudio del registro geológico de la Tierra confirma que se han producido grandes impactos, generando cráteres de incluso cientos de kilómetros de diámetro con importantes implicaciones de tipo geobiológico.

La composición de los meteoritos es variada, pudiendo clasificarse a muy grandes rasgos en tres grupos: rocosos, rocoso-metálicos y metálicos. La mayor parte de ellos procede de los asteroides, aunque un pequeño grupo proviene de la Luna y de Marte. Hasta el momento, no se ha detectado nada que pueda suponer un riesgo para la humanidad, aunque este asunto se tiene en cuenta en los protocolos de investigación que forman parte de la denominada “Protección Planetaria”.

Las recomendaciones de los principales organismos internacionales indican que los meteoritos deberían considerarse, por su importancia científica, patrimonio de la humanidad. Concretamente en España, el mayor meteorito conocido cayó en Molina de Segura (Murcia) y todos ellos forman parte, desde el año 2007, de nuestro patrimonio geológico.

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