Un equipo de más de 35 científicos procedentes de 16 departamentos relacionados con la neurociencia, la salud mental o la biotecnología del Instituto Florey de Neurociencia y Salud Mental, de la Universidad de Melbourne y del Hospital Real de Melbourne (Australia) han diseñado un pequeño dispositivo con la capacidad de permitir mover las extremidades con la mente.

 

Se trata de un artilugio del tamaño de un peque clip bautizado como“estentrodo” que se implanta dentro de un vaso sanguíneo del cerebro y registra el tipo de actividad neural que, según han demostrado investigaciones preclínicas, permite mover o controlar las extremidades con la ayuda de unexoesqueleto o extremidades biónicas.

 

Una de las novedades de esta tecnología es que no requiere cirugía cerebral abierta para su implantación. El dispositivo -único en el mundo- es capaz de grabar señales de alta calidad emitidas desde la corteza motora del cerebro a través de un procedimiento de intervención muy simple a la vez que revolucionario en su campo.

“Nuestra visión, a través de este dispositivo, es devolver la movilidad a los pacientes con parálisis completa mediante el registro de la actividad cerebral y la conversión de las señales adquiridas en comandos eléctricos, que a su vez darían lugar al movimiento de las extremidades a través de un dispositivo de asistencia como un exoesqueleto. En esencia, esto es una médula espinal biónica”, explica Thomas Oxley, líder del estudio.

 

Nuestro estudio también mostró que es seguro y eficaz implantar el dispositivo a través de la angiografía, que es mínimamente invasiva en comparación con los altos riesgos asociados con la cirugía cerebral abierta”, expone Nicholas Opie, coautor del trabajo.

 

El estentrodo, que podría usarse también en personas con epilepsia, Párkinson u otros trastornos neurológicos, será el primer dispositivo que permita el control del pensamiento directo en los exoesqueletos o extremidades biónicas.

 

Según el estudio que ha sido publicado en la revista Nature Biotechnology, las primeras pruebas con humanos se realizarán en 2017.

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