Todo el mundo sabe que tropezarse o caerse duele. Lo que hace que dejemos de sentir dolor es básicamente el principal proceso de bloqueo del dolor del cuerpo: la producción natural de opioides.

¿Y si utilizamos la meditación para reducir ese dolor?

En un estudio publicado en la revista Journal of Neuroscience, un equipo de científicos dirigido por Fadel Zeidan, profesor de neurobiología y anatomía en la Wake Forest Baptist Medical Center (EE.UU.), exponen que así es pero la causa se desconoce. El motivo es que no parece emplear el sistema de opioides del cuerpo humano.

“Nuestro hallazgo fue sorprendente y podría ser importante para los millones de personas que sufren de dolor crónico que buscan una terapia de acción rápida, no basada en opiáceos para aliviar su dolor”, aclara Zeidan.

Para determinar si la meditación utiliza los opioides del cuerpo para reducir el dolor, los investigadores contaron con la participación de 78 voluntarios sanos que fueron divididos en dos grupos; al primer grupo se le suministró un medicamento llamado naloxona, que bloquea los efectos reductores del dolor de los opioides y, al segundo grupo, un placebo salino.

Se animó a todos los participantes a meditar durante al menos 20 minutos al día durante los cuatro días que duró el estudio. Para añadir el componente del dolor, los expertos emplearon una sonda calentada a 49 grados centígrados a un nivel considerado como muy doloroso. Tras esto, los participantes tuvieron que evaluar en una escala de 1 al 10 cuánto dolor habían sentido.

Los resultados revelaron que las personas que meditaban y que además recibieron la dosis de naloxeno informaron de una reducción del dolor en un 24%, evidenciando que, aún sin este sistema natural, la meditación puede tener un efecto analgésico tras un corto período de entrenamiento, lo que podría ayudar también a las personas tolerantes a los opiáceos y que necesitan mayores dosis para aliviar el dolor.

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