Los padecimientos más comunes por exposición al sol son las quemaduras solares y los golpes de calor.
Evita exponerte al sol durante las horas de mayor radiación (entre 11:00 y 15:00 horas).
Viste ropa ligera, de colores claros y utiliza sombrero o sombrilla para protegerte del sol.
La Secretaría de Salud del Estado de Querétaro informa que tomar el sol es beneficioso para la salud; el abuso o las exposiciones prolongadas pueden provocar enfermedades o lesiones. Los cuadros patológicos producidos por los efectos del sol aparecen cuando fracasan los mecanismos reguladores de la temperatura corporal.

Las enfermedades más frecuentes causadas por el sol son: las quemaduras solares, que pueden generar lesiones precursoras de cáncer de piel; y el golpe de calor.

Las quemaduras por exposición al sol se presentan cuando la cantidad de exposición al sol u otra fuente de luz ultravioleta superan la capacidad protectora de la melanina (pigmento de la piel).

La radiación solar que alcanza la superficie terrestre abarca regiones visibles, infrarrojo y ultravioleta, siendo la ultravioleta la responsable directa de los efectos nocivos sobre el organismo y el tejido expuesto. Existen varios tipos de radiación ultravioleta: UVA, UVB y UVC de las cuales la más común es la UVA, pero los tipos más dañinos son UVB.

La intensidad de las quemaduras depende del tiempo y horario de exposición, clima, latitud, espesor de la capa de ozono, grado de pigmentación previa y tipo de piel, siendo mayor el daño en personas de piel blanca.

Los signos y síntomas de quemadura por exposición al sol son los siguientes cambios cutáneos:

Enrojecimiento de la piel
Dolor al tacto
Ampollas
Por otro lado, un golpe de calor se origina cuando la temperatura corporal sube por encima de los 40 grados Celsius.

El organismo humano funciona a 37 grados Celsius y es bastante sensible a las variaciones externas. Para ello, dispone de mecanismos que regulan su temperatura, como el sudor, y distribuyen el calor mediante la sangre y lo expulsan hacia el exterior.

Cuando se sufre un golpe de calor todos estos mecanismos dejan de funcionar, sube la temperatura y se pierden abundantes líquidos corporales. Todo ello eleva las probabilidades de padecer daños neurológicos e incluso, de morir.

La temperatura a la que se puede producir un golpe de calor varía según el individuo. Las personas mayores de 65 y los niños menores de seis años son más vulnerables, así como los turistas que viajan de zonas frías a zonas más cálidas. También las personas con alguna discapacidad física o mental, los enfermos crónicos y los pacientes cardíacos tienen más probabilidad de sufrir un golpe de calor.

Entre los síntomas más importantes que nos pueden indicar que alguien está sufriendo un golpe de calor podemos encontrar: mareo; confusión; desorientación;sudoración excesiva al principio, con posterior falta de sudor; enrojecimiento y sequedad de la piel; fiebre con temperatura corporal de más de 39.4 grados Celsius (llegando hasta los 40 y 41 grados); comportamiento inadecuado, como por ejemplo, comenzar a quitarse ropa sin importar el sitio donde se encuentre; aceleración del ritmo cardíaco con latido débil; dolor de cabeza; inconsciencia; convulsiones.

Existen ciertas medidas que ayudan a protegernos del sol y evitar quemaduras y golpes de calor, como: aumentar la ingesta de líquidos, principalmente al exponerse al medio ambiente muy cálido. Evitar la actividad física y ejercicio extremo al aire libre especialmente entre las 11:00 y las 15:00 horas. Evitar la exposición prolongada a los rayos del sol. No permanecer en vehículos estacionados o cerrados y ventilarlos antes de abordarlos. Usar ropa ligera y de colores claros que cubra la mayor parte posible de la superficie de la piel. Usar sombreros, gorras o sombrilla y gafas protectoras. Mantenerse en lugares frescos.

Además, aplicarse protectores solares que deben tener como mínimo un factor de protección 30. Personas con piel más blanca, de ojos claros, que se queman con facilidad, pueden necesitar protectores de índice más elevado, como el 50.

Ningún fotoprotector tiene una duración de acción que supere las 2 horas, incluso los comercializados como resistentes al agua, así que deben reaplicarse con frecuencia, especialmente en condiciones de ejercicio y sudor, y baños en el agua. Es conveniente aplicarlos una media hora antes de la exposición al sol para que sean realmente eficaces.

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