Desde hace años se sabe que las emociones negativas intensas, como la tristeza, la ira o el miedo, pueden inducir una arritmia y conducirnos a un paro cardiaco. Es lo que se conoce como el síndrome de Takotsubo (TTS, según sus siglas en inglés) o «síndrome del corazón roto», miocardiopatía que en ocasiones llega a resultar mortal y que, según han observado los cardiólogos, afecta sobre todo a mujeres postmenopáusicas que han sufrido un episodio severo de estrés emocional.

Ahora, gracias a un estudio publicado recientemente en The European Heart Journal por investigadores europeos, se ha llegado a la conclusión de que también un acontecimiento feliz puede conducirnos a un cuadro clínico similar. Este estudio, realizado sobre 485 casos de Takotsubo, de nueve países diferentes, muestra que la dolencia de un 4,1% de estos pacientes estaba vinculada a un caso de felicidad extrema. Curiosamente, los síntomas de estas 20 personas que presentaban un cuadro de «síndrome del corazón feliz» -como lo han bautizado los investigadores- eran muy similares a los que presentaban los afectados por «el síndrome del corazón roto».

La doctora Jelena Ghadri, cardióloga del Hospital Universitario de Zúrich que ha participado en la investigación, señala que estos hallazgos amplían el espectro de emociones que causan el síndrome de Takotsubo y reconoce que los propios científicos se quedaron sorprendidos al detectar que también emociones positivas y de intensa felicidad pudieran llevar a un TTS.

Según este estudio, los acontecimientos felices que desencadenaron el síndrome de Takotsubo fueron, entre otros, la boda de un hijo, una reunión de antiguos alumnos 50 años después de dejar el instituto, una boda, una entrevista de trabajo que se consideraba positiva, la visita inesperada del sobrino favorito, el nacimiento de un nieto y una fiesta de cumpleaños.

Precisamente la investigación apunta que «la probabilidad de sufrir un episodio cardiovascular en un cumpleaños es un 27% más alto que en cualquier otro día del año». Por suerte, ninguna de las miocardiopatías que afectaban a los 20 casos detectados con «el síndrome del corazón feliz» resultó mortal.

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