Encarnó al más o menos villano Severus Snape en la serie de películas pero antes amasó una bonita carrera llena de personajes caballerosos.

Severus Snape, el profesor de Harry Potter que en un principio era un villano pero después no estaba tan mal, es el personaje por el que medio mundo suspirará hoy al conocer la noticia de la muerte del actor Alan Rickman. Es normal: la serie y el personaje fueron un éxito. Pero que alguien recuerde que Rickman se mereció un largo y bonito obituario. Hoy se ha dado a conocer la muerte del intérprete británico. Tenía 69 años.

Los más refinados se acordarán de Sentido y sensibilidad. Rickman interpretaba allí al coronel Brandon, el amante secreto de Kate Winslet. Ya quisiéramos muchos. Por entonces, nuestro hombre aún era cuarentón y llevaba una apostura de caballero romántico, casi greñudo pero aún apuesto y formal. Su cara parecía hecha para ese tipo de personajes. Unos años antes, en la versión teatral de Las amistades peligrosas asomó la cabecita en el papel de un amanerado Valmont que gobernaba aquella corte lujuriosa. A su manera, estaba bien en el papel de sátiro.

Con ese currículo y con ese aspecto, casi que se puede adivinar la biografía de Rickman, que fue uno de esos actores ingleses que cargaban con toda naturalidad con un equipaje impresionante. Estudió arte, se pasó a los escenarios, pasó por la Royal Academy of Dramatic Art, hizo de Shakespeare y del teatro isabelino su universidad… Esas cosas se acababan notando en la cara, en la expresión de Rickman ante una cámara.

Quien le dio voz, vida y presencia al maestro Snape, perdió la batalla contra el cáncer a sus 69 años. Aún después de su muerte, la magia de Alan Rickman en el cine será recordada por todos sus fans.

No quiero que la vida imita al arte. Quiero que la vida sea arte.

 

FuenteEl Comercio
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