Daniel Martínez Fong y Rosa Angélica Castillo Rodríguez lideraron la investigación que obtuvo el premio Cinvestav-Neolpharma.
Daniel Martínez Fong y Rosa Angélica Castillo Rodríguez lideraron la investigación.

Un caballo de Troya nanométrico se acerca… la célula cancerosa, al igual que la ciudad amurallada de Príamo, permite su entrada sin reconocer anomalía alguna. La nanoestructura ha utilizado alguna de sus llaves —receptores moleculares— para que la pared celular abra sus compuertas; por la “noche”, el caballo libera a un ejército como el griego que asola la ciudad-célula-tumor.

La analogía con el poema épico de Homero es empleada por investigadores del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) para explicar el tratamiento bionanotecnológico que han desarrollado desde hace dos décadas y que ahora han mejorado para atacar eficazmente el cáncer de mama, aunque podría emplearse para otros tumores, en pruebas celulares y ratones de laboratorio.

De acuerdo con Daniel Martínez Fong —investigador del Departamento de Fisiología, Biofísica y Neurociencias que encabezó el proyecto junto con Rosa Angélica Castillo Rodríguez—, el núcleo fundamental de las nanopartículas es un gen condensado y un polímero sintético, que da las instrucciones para descargar el contenido en la célula perniciosa.

“Tienen péptidos con señales moleculares que dan las instrucciones como: localiza la célula dondequiera que esté; activa la entrada; ahora sal; evade las barreras del lisosoma; ahora llévatelo…”, puntualiza el científico. Dentro del Cinvestav han fabricado específicamente este tipo de genes, cuyo envío está dirigido.

Una vez dentro el caballo, explica, la nanoestructura libera a sus falanges helenas para crear un caos genómico dentro de los tumores. “Los fármacos se incorporan a su DNA y le causan defectos estructurales y lo convierte en una madeja desorganizada, que tampoco puede producir proteínas, provocando su muerte”.

Esta herramienta terapéutica fue probada en una “línea celular de cáncer de mama triple negativo” —que fue aislado de células cancerosas de una mujer con metástasis— que es de los más agresivos y comunes que aquejan a la población femenina del país, señala por su parte Rosa Castillo.

“Es un tipo de cáncer muy agresivo y que limita las opciones terapéuticas de las mujeres”. Pero la nanoestructura de los científicos es capaz de eliminar hasta el 60 por ciento del tumor en este tipo de cáncer, aunque en el laboratorio con modelos animales de ratón. “Pero este modelo se podría extrapolar a la humanos”.

PRUEBAS CLÍNICAS. Esta investigación, que ha recibido Fondos del Conacyt, el extinto ICyTDF, Ecos North Francia, el Instituto Científico Pfizer y el propio Cinvestav, a lo largo de estas dos décadas, obtuvo recientemente el Premio a la Innovación en NanoBiotecnología Cinvestav-Neolpharma. Ahora está en proceso de obtener patentes de los avances que ha obtenido en sus pruebas in vitro y en ratones.

Pero cuando se dice que la nanomedicina o la biotecnología son la medicina del futuro, la mayoría de las veces vemos con demasiada literalidad esta sentencia. El proyecto de los investigadores sigue el largo camino rumbo a probarse en pacientes y, tal vez, llegar posteriormente a los hospitales.

Estas pruebas clínicas serían el siguiente paso para el proyecto, sin embargo no es tan sencillo. “Necesitaremos permisos de Cofepris, FDA y organizaciones por contrato internacionales que validan desarrollos terapéuticos en humanos que son muy costosos”, refiere Martínez Fong en conferencia.

“Tenemos que pasar muchas etapas independientes a nuestro trabajo en los laboratorios, quizá si hay inversionistas interesados o se vende la tecnología a una empresa podría ser pronto, de lo contrario la investigación podría quedarse en el olvido. Necesitará de un desarrollo comercial agresivo”.

Desde el aspecto científico, dada la seguridad que han probado, podrían hacerse las pruebas clínicas cuanto antes. Sin embargo, requerirán de este tipo validaciones previas, “que podrían costar hasta 20 millones de dólares, y podría quedarme corto”, antes de ver un producto final en el mercado o en los hospitales.

La investigación es valiosa, si bien sería hipotéticamente una terapia complementaria al protocolo existente para atender a las pacientes con este cáncer, se emplearía para otros abordajes clínicos, como en cáncer de pulmón, neuroblastoma, glioblastoma y cáncer de próstata.

“Hemos entrado a una competencia científica fuerte con otros países, como EU y China —por ello han decidido proteger el conocimiento a través de las patentes. Ahora esperamos que posteriormente la competencia sea en el plano comercial”, apunta el investigador.

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