El partido tuvo una historia en tres capítulos. El primero, el de los cuarenta minutos iniciales, cuando Alemania dominó con claridad, se puso con ventaja (1-0) y dispuso de ocasiones para marcar más goles.

El segundo, breve pero decisivo, fue el de los cuatro últimos minutos de la primera parte, cuando Eslovaquia marcó dos goles en sus dos primeras llegadas a la portería local.

Luego, vino el capítulo de los últimos 45 minutos, jugados en un campo imposible tras una fuerte tormenta y después de una de las pausas más largas de la historia del futbol mientras se esperaba que amainara la lluvia.

La anécdota de ese tercer capítulo fue el tercer gol eslovaco, que se produjo en un disparo de Kucka que se coló entre las piernas del portero del Barcelona Marc André ter Stegen.

Los alemanes tomaron la delantera en el minuto 13 con un penalti convertido por Mario Gómez y que se había generado por una falta contra Göetze dentro del área.

Antes y después, tuvo varias ocasiones claras de gol, pero ninguna fue aprovechada.

Eslovaquia no había hecho nada llamativo en ataque hasta que llegó el minuto 41, cuando Marek Hamsik logró el empate con un tiro a una escuadra desde 20 metros de distancia.

En el 44, de cabeza tras un saque de esquina, Duris marcó el segundo para los eslovacos y puso el partido patas arriba.

Después vino la segunda parte y el gol de Kucka en el minuto 52, pero los últimos 45 minutos ya no fueron normales. Era imposible jugar en un campo en tan malas condiciones y lo más importante para los dos equipos era evitar una lesión.

Excelsior.

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