Yuriria Sierra

México es un país futbolero. Eso lo sabemos todos y lo saben en todo el mundo. Cuánto se sufrió para alcanzar la calificación que llevará al Tri a Brasil en unos días. Y en esta pasión —así la viven muchos— no hay sesgos ni diferencias. Caben todos, no importan dónde vivan, a lo que se dediquen, quiénes sean o por quién voten. El futbol es un punto de encuentro que ha fabricado a su alrededor —de forma involuntaria— algo que me gusta llamar “el sueño mexicano”. Y es que siempre este deporte ha sido tan sintomático, tan metafórico con respecto a la realidad de un país que quiere, que aspira y sueña con alcanzar la gloria. Un país que sueña con alzar la copa que los haga campeones mundiales de futbol; un país que sane las heridas de un pasado que tanto daño le hizo, aun así sea regresando a la herida original. Siempre el futbol —y la política— nos ha puesto en el “ya merito”. El sueño de creer que esta vez sí se podrá.

Se ha levantado una gran polémica al respecto: que cómo se les ocurre, que si se aprovecharán del Mundial y la atención que tendrá. Que qué cinismo programar las discusiones legislativas los mismos días en que jugará la Selección Nacional. Así se ha recriminado. Incluso Zoé Robledo, senador del PRD, lo expresó de esta forma. David Penchyna, presidente de la Comisión de Energía, le contestó así ayer en Hora Capital: “Si fuera un futbolista, pues le contestaría que es un tema a debatir, pero viniendo el planteamiento de un señor senador de la República, lo lamento mucho. Insisto y dejo claro que la vida de la República no se puede detener por un encuentro futbolístico que no tiene nada que ver. Parece que nos olvidamos que la reforma constitucional ya ocurrió, que ya hay un mandato de 21 artículos transitorios de terminar la legislación secundaria. Nos debemos regir por las normas que marcan la convivencia entre los grupos legislativos. Me parece muy triste que el debate energético no se puede circunscribir a un torneo de fútbol…”.

Y es que, a lo mejor, Robledo también tiene ganas de ver los partidos. Y no tendría nada de malo. Incluso el mismo Luis Videgaray, tan futbolero, se expresó al respecto. El calendario legislativo fue aprobado por los integrantes de las comisiones: “Le dije en broma, pero también lo digo en serio: si ese es el gran pretexto de estas tácticas dilatorias de los que no quieren reforma, yo ofrezco con toda responsabilidad 90 minutos cuando juegue México; si es el caso, les pongo una televisión para ver a la Selección…”, me decía ayer Penchyna.

“Cada quien en el poder que representa. Nosotros somos el Poder Legislativo. Hoy el debate energético está en la mesa del Congreso (…) Tenemos una buena iniciativa del presidente Peña, y lo digo con toda responsabilidad, creo que puede ser perfeccionada, como ocurre en cualquier democracia. Me parece muy triste, muy vago, muy débil que el Mundial de Futbol sea un pretexto más para aplazar un debate…”.

En unos días inicia el Mundial. De nuevo, se quiera o no, gran parte de los mexicanos vivirán los juegos de la Selección Nacional como si se estuviera en la cancha. ¿Está mal? Desde luego que no. Cada quien sus pasiones. Así, entonces, al mismo tiempo, los legisladores discutirán para su aprobación los detalles de reformas pendientes, sobre todo la energética. ¿Está mal? Pues eso, digamos, es parte de hacer política, política que no se hace sólo con un grupo parlamentario…

Compartir