Batalla del Justo Sierra

Sergio-SarmientoNo debería sorprender tanto que dos grupos de porros se hayan disputado a golpes el control sobre un edificio que debería ser público: El Auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional.

Cuando se privatizan los espacios públicos, los cuales no pueden ser escriturados a favor de nadie, la única forma de tomar o defender su control es a través de la violencia.

Lo que realmente debería sorprender es que desde el año 2000 el Justo Sierra ha permanecido bajo el control de grupos que lo utilizan para beneficio propio sin que las autoridades de la UNAM hayan hecho nada al respecto.

La batalla del Auditorio Justo Sierra de este lunes 3 de marzo empezó a las 4:30 de la madrugada.

Un contingente de encapuchados llegó para desalojar a otro, autodenominado Okupas, que ha tenido control del auditorio desde hace tiempo.

Como era muy temprano, los Okupas tenían poca gente en el auditorio por lo que fueron derrotados por los invasores.

De acuerdo con la información publicada por Jaquelin Coatecatl del periódico La Razón, quienes entraron a “desocupar” el inmueble no buscaban liberarlo.

Pertenecen a un grupo que durante los últimos cinco años había ocupado la galería y el auditorio principal del inmueble pero que habían sido desplazados por los Okupas.

Los invasores triunfantes exhibieron fuera del auditorio botellas de cerveza, vino y ron así como carrujos de marihuana, equipo de laboratorio y balas que tenían los desalojados.

En una manta explicaban: “Esto es por lo que decidimos entrar al Auditorio Che Guevara [Justo Sierra] ¡no más narcomenudeo! Respeto a los espacios universitarios críticos y de lucha”.

La batalla, sin embargo, no había terminado.

Los desalojados se reagruparon, obtuvieron refuerzos y regresaron. A golpes, palos y proyectiles pelearon por recuperar el auditorio de manos de sus rivales.

“¡Filosofía es de los grupos sociales y no de los porros!” gritaban.

Los Okupas retomaron el auditorio y capturaron a uno de los miembros del otro grupo, al cual “interrogaron” durante cuatro horas, antes de entregarlo golpeado a las autoridades de la UNAM.

Como podría uno imaginar, no era estudiante de la UNAM. Se trataba de un joven identificado como David Moreno de la Escuela Normal Rural Lázaro Cárdenas del Estado de México. Dijo que había sido reclutado para tomar el auditorio.

Las fuerzas de seguridad de la UNAM no se atrevieron a intervenir en la batalla.

La directora de la Facultad de Filosofía y Letras, Gloria Villegas, prefirió suspender las clases.

La rectoría de la UNAM, que encabeza el doctor José Narro Robles, se limitó a emitir un comunicado en el que repudiaba la violencia y pedía la devolución del Auditorio Justo Sierra.

Los dos grupos manifiestan ser los verdaderos representantes de la sociedad y por lo tanto los legítimos propietarios del auditorio.

La verdad, sin embargo, es que el Justo Sierra es legalmente un espacio público de una universidad pública.

Nadie debería tener el derecho de privatizarlo. Pero si lo permiten las autoridades de la UNAM, no pueden sorprenderse de que los grupos que se disputan el control de este espacio público lo hagan a través de la violencia.

Mientras nadie escriture el Auditorio Justo Sierra como propiedad de un grupo u otro, la única opción que tendrán los que se disputan su control será la violencia.

La naturaleza aborrece el vacío. Si la autoridad se retira de un espacio que le corresponde por ley, surgirán de inmediato grupos que se apresuren a ocuparlo.

Y si no hay reglas claras, la violencia será la única forma de dirimir el conflicto.

Twitter: @SergioSarmiento

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