AFA-CatonDe política y cosas peores

El encuestador le preguntó a la señora: “Su esposo y usted ¿tienen sexo oral?”.

“No -respondió ella-.

Siempre lo hacemos calladitos”.

Pepito iba con su papá en el coche.

El señor apoyó el brazo en el volante e hizo sonar el claxon del automóvil.

Se disculpó con su hijo: “Lo toqué por accidente”.

“Ya lo sé” -dijo el niño.

Preguntó su papá, intrigado: “¿Cómo lo sabes?”.

Explicó Pepito: “Porque después de tocarlo no gritaste: ‘¡Pendejo!’”.

Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, logró convencer a una linda chica de que fueran a un motel de corta estancia o pago por evento.

Ya en la habitación le dijo con tono de tenorio o casanova: “Estoy aquí para cumplir todas tus fantasías sexuales”.

“¿De veras? -se maravilló ella-.

¿Quieres decir que trajiste a Leonardo di Caprio?”.

Las feministas radicales dejaron de usar brassiére.

Entonces todo se les vino abajo.

El golfista comentó en el hoyo 19: “Hoy golpeé dos bolas al mismo tiempo”.

Preguntó alguien: “¿Cómo?”.

Respondió el golfista, mohíno: “Pisé un rastrillo en el jardín”.

Eran tres niñitas: Una mexicana, una norteamericana y una francesa, las tres de 7 años de edad.

Se hallaban en la casa de la mexicanita, y las otras le preguntaron: “¿Dónde están tus papás?”.

“En su recámara” -dijo ella.

“¿Qué están haciendo?” -quisieron saber las visitantes.

“No lo sé -respondió la pequeña-.

Vamos a ver”.

Se asomó por el ojo de la cerradura y les informó a las otras: “Están en la cama jugando a la lucha libre”.

Se asomó la gringuita y dijo: “No.

Están haciendo el amor”.

Se asomó la francesita y dictaminó: “Y no muy bien”.

En su juventud una chica se tatuó una mariposita en una pompis.

Ahora, después de muchos años y bastantes kilos, sus galanes la ven y le preguntan: “¿Por qué te tatuaste un cóndor?”.

Cuento de moda.

La señora le preguntó a su esposo: “Del 1 al 10 ¿cuánto me amas?”. “Mucho -respondió él-.

Y también te amaré el 11. Pero del 12 en adelante no me molestes, porque voy a ver todos los partidos del Mundial”.

Lo que España necesita es ser una república, y lo que necesita México es ser una monarquía.

La frase tiene brillo pero, como todas las frases brillantes, debe ser sometida a riguroso análisis.

Hay quienes dicen que los españoles están hartos ya de mantener a una realeza que alimenta más las páginas de los periódicos de escándalo que el orgullo nacional.

En el caso de México, el espectáculo del caos generalizado hace pensar a algunos que sólo un gobierno autoritario, de un solo hombre -o sea monárquico-, podría imponer el orden.

(Desde luego no faltará quien diga que en ese gobierno estamos ya después del regreso del PRI a la presidencia. Pero aquí se habla de un régimen absolutista -digamos el de la Francia de Luis XV o la Cuba de Fidel Castro-, sin ningún poder que contraste el del Jefe del Estado).

No estoy de acuerdo con quienes opinan de ese modo.

Pienso, sí, que cuando esa ocupadísima señora que es la Historia juzgue al rey Juan Carlos -a todos tiene que juzgar la pobre- el balance le será favorable.

Por causa del elefante y de sus calaveradas (las calaveradas del rey, no del elefante) pocos recuerdan, ya que el entonces joven monarca propició la democratización de España, y que su valentía, firmeza y convicción salvaron al país de un aberrante golpe de Estado que lo habría hundido otra vez en la oscuridad del militarismo y de la teocracia clerical.

Otras oscuridades vive ahora la Madre Patria: Su economía se tambalea; el desempleo es grave; el separatismo amenaza permanentemente su unidad.

Pero a mi modo de ver los españoles deben conservar la institución monárquica como símbolo de unión en tiempos de tormenta.

Por nuestra parte los mexicanos hemos de aferrarnos a las instituciones en que se finca la vida republicana, valiosa herencia del liberalismo juarista.

Esas instituciones están llenas de defectos, lo sabemos, pero si no caemos en la tentación del caudillismo autoritario podemos perfeccionarlas, siquiera sea paulatinamente, por la vía democrática.

Advierto, sin embargo dos cosas: mi perorata va siendo ya muy larga, y se me está acabando la batería de mi laptop. Termino entonces.

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