AFA-CatonPilongano, mancebo joven, casó con Avidia, mujer de buenas carnes.

Mientras ella se arreglaba para consumar las nupcias él bajó al lobby bar del hotel y pidió un ajenjo.

Le dijo el barman: “Entiendo, señor, que está usted en la suite nupcial.

Debo recomendarle, entonces, que no beba ajenjo antes de la ocasión que lo ocupará esta noche.

El ajenjo es depresivo: anula en las personas el ímpetu sensual.

Beba tequila, que obra milagros en eso de dar arrestos al varón para librar los combates amorosos”.

Pidió un tequila, pues, el novio, y luego fue a cumplir con su deber de esposo. Regresó un par de horas después.

“Me da un ajenjo triple” -le pidió al del bar. “Perdone usted -contestó el hombre-.

Creo haberle dicho ya que el ajenjo disminuye el ardor de las ansias amorosas”.

“Precisamente -respondió con voz feble el exhausto desposado-.

Se lo voy a llevar a mi mujer”.

Afrodisio le propuso a Pirulina: “Quiero que seas como mi almohada: dormimos juntos, pero sin ningún compromiso”… ¡Pobres panistas! Tuvieron que elegir entre dos males: de un lado los moches; del otro los mochos.

Los moches, o sea las corruptelas que ha tolerado con lenidad culpable la dirigencia nacional del PAN, tuvieron como representante a Madero.

Los mochos, vale decir el sector ultraderechista del partido de la derecha, fueron representados por Cordero, comisionista de Felipe Calderón.

Debieron los militantes de Acción Nacional, entonces, escoger entre los males del presente y los malos del pasado.

¿Quién fue el más grande perdedor de esta contienda? Calderón, a quienes algunos recuerdan todavía, y que con este golpe pasará definitivamente a la región sombría del olvido.

(¡Bófonos!).

Y ¿quién es el verdadero ganador? Es Peña Nieto, que a pesar de todo ha tenido en Madero un auxiliar valioso para llevar adelante sus reformas.

Si Cordero hubiese obtenido el triunfo, el presidente habría tenido en él a un tozudo opositor que por sistema habría dicho que no a todas las iniciativas presidenciales.

Sucede que Calderón sufre ese triste mal llamado despecho, y buscó en Cordero un instrumento para ejercer sus inquinas y sus reconcomios.

(Sobre todo sus reconcomios).

Con la derrota del vindicativo dueto el PAN dice adiós a un nocivo pasado.

Ojalá en el futuro sea mejor de como ha sido después de su aplastante vencimiento en la elección presidencial pasada.

Para eso Madero deberá alejarse lo mismo de la sistemática oposición que de la aquiescencia permanente.

(Qué bueno que yo no soy Madero, porque no sé qué quiere decir “aquiescencia”)… La linda criadita comentó que el señor de la casa donde trabajaba era sumamente incumplido.

Su mujer, dama muy religiosa, cuando contrató a la muchacha le mostró la habitación donde dormiría y le dijo: “Tu cuarto está muy separado del resto de la casa, pero no te preocupes: el Señor estará contigo todas las noches”.

“¡Y no ha venido ni una!” -se quejaba la mucama… La siguiente advertencia se lee en el baño para damas de un restorán de Las Vegas: “¿Tiene llantas o testículos? Te va a dar problemas”…Don Añilio era un hombre papandujo a quien los muchos años y el escaso cuido habían dejado desdentado.

Por tal motivo hablaba farfullando, y a todos espurría con la saliva que se le escapaba de la boca en el curso de la elocución.

Si querías dialogar con él tenías que llevar paraguas. Harto ya de tan molesta situación fue con un reconocido odontólogo, y éste le puso unas placas dentales que le quedaron muy bien acomodadas, tanto que por primera vez pudo decir palabras como “fufurufo” sin dejar empapado a su interlocutor.

Gozoso por el feliz suceso decidió darle la sorpresa a su mujer.

Le dijo que llegaría a su casa hasta la madrugada, pues iría a la despedida de soltero de un joven compañero de oficina.

A eso de la una de la mañana llegó a su casa, se dirigió a la alcoba y sigilosamente se metió en la cama.

Movió a su esposa para despertarla, y sin decir palabra empezó a castañetear usando su flamante dentadura a modo de crótalos o castañuelas.

Se arrancó primero por seguidillas; continuó por peteneras; siguió por soleares y terminó con unas lucidas malagueñas.

Oyó eso su mujer y dijo: “No lo esperaba a esta hora, compadre, pero ya no haga tanto ruido con los dientes, porque no tarda en llegar el desmolado”… FIN.

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