De política y cosas peoresAFA-Caton

El marido le anunció a su mujer: “A partir del día 12 del presente mes, si quieres que hagamos el amor lo haremos únicamente en la posición llamada ‘de perrito’”.

“¿Por qué?” -preguntó muy intrigada la señora.

Respondió el tipo: “Empieza la Copa del Mundo, y no quiero dejar de ver ningún partido”… Le dijo Susiflor a Simpliciano: “Lo que no me gusta de ti es que eres muy indeciso”.

Contestó él: “Sí y no”… Decía una sabia señora septuagenaria: “No soy una setentona.

Soy una muchacha de 20 años con 50 de experiencia”.

El matrimonio es una institución formada por dos personas, de las cuales una tiene siempre la razón y la otra es el marido… La abuelita se quedó a dormir esa noche en la casa de Pepito.

El chiquillo vio en un vaso la dentadura postiza de la anciana y exclamó: “¡Qué joda se va a llevar esta noche el ratón de los dientes!”… Dale a un hombre un pez y lo alimentarás por un día. Dale un iPad y no te volverá a molestar por el resto de tus días. Un tipo le dijo en el bar a otro: “Tengo un problema grande.

Estoy casado con una mujer hermosa, una maravillosa cocinera y una extraordinaria compañera de cama”.
Preguntó el otro, extrañado: “Y ¿cuál es el problema?”.

Respondió el primero: “Es ilegal tener tres esposas”… Don Veterino, señor de 80 años, casó con Pirulina, joven mujer de 30 primaveras.

Se fueron de luna de miel. Cuando regresaron el asombro de quienes los conocían fue mayúsculo: ella se veía pálida, ojerosa, agotada, al borde del desfallecimiento.

El anciano señor, en cambio, se miraba más fresco que una lechuga -que una lechuga fresca, claro-, rozagante, pimpante y arrogante.

Las amigas de Pirulina le preguntaron cómo explicaba eso. Respondió ella con acento rencoroso: “¡Viejillo tal por cual! Cuando me propuso matrimonio me dijo que se había pasado 60 años de la vida ahorrando.

¡Pero yo creí que dinero!”.

Para quienes nacimos en el seno -aun exhausto- de una república, eso de la monarquía es un anacronismo, algo obsoleto.

Varios países europeos, sin embargo, encuentran en esa institución una fuente de estabilidad política.

Sus habitantes se resignan a tener la calidad de súbditos, pero se las arreglan para hacer convivir la democracia con la representación monárquica, y sostienen a la realeza como a la abuela anciana que simboliza y mantiene unida a la familia.

Yo amo profundamente a España.

Por ese amor no diré mal del rey que ahora se va, aunque tantos motivos dio para que se le criticara.

Expresaré, sí, mi esperanza en que la juventud del nuevo monarca traerá aires de renovación a ese amado país, la España eterna, tan agitado ahora por vientos de separatismo.

Pienso que el actual Príncipe de Asturias une a su buena figura el buen sentido y la prudencia.

Si los españoles deciden conservar la monarquía tendrán en él, confío, un buen soberano. ¡Que viva España, en esta hora y en todas!… Don Puritanio Calvínez, presidente de la Liga de la Decencia, oyó decir que la compañía de cómicos que había llegado al pueblo usaba lenguaje obsceno en su espectáculo.

Fue a hablar con el director del grupo y le informó que en su calidad de censor de las buenas costumbres iría al teatro todas las noches, y que si oía decir una sola palabra inconveniente suspendería inmediatamente la función.

El director le aseguró que sus elementos -así se dice en el argot teatral- no usaban vocablos indebidos, y que todo en las representaciones se apegaba no sólo a la moral más estricta, sino también al buen gusto y a las convenciones del trato social.

Don Puritanio, que desconfiaba por sistema de “la gente de la farándula”, asistió esa noche con su esposa a la primera función, y ocupó con ella dos butacas de primera fila.

Empezó la representación.

En el curso del diálogo uno de los actores le preguntó al director del grupo, que también actuaba en la obra: “¿Cuál es la parte más buena de la mujer?”.

La respuesta era: “El corazón”, pero antes de que el director pudiera decir eso don Puritanio se puso en pie y se dirigió a él con sonorosa voz: “Le advierto, señor mío, que si dice usted ‘el coño’ suspenderé inmediatamente la función”… FIN.

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