De política y cosas peoresAFA-Caton

Por esta sola vez, y sin que el caso siente precedente, la Plaza de Almas que todos los martes ocupa este modesto espacio pasa al miércoles.

Sucede que en mi ciudad, Saltillo, tendrá lugar hoy un importante evento que no puedo dejar de mencionar.

Mañana nos encontraremos en esa Plaza de Almas… Don Añilio, caballero senescente, solía ir todos los viernes por la noche al Palacio de Venus.

Así se llamaba el lupanar del pueblo.

Invariablemente requería los servicios de la misma mujer, una madura daifa de nombre Jobina.

Cierta noche la dueña del lugar le preguntó a don Añilio: “¿Por qué siempre pide usted a Jobina? Es rica en calendarios, por no decir que es vieja ya.

Apegada a la tradición no admite otra postura que la del misionero, y se niega a cualquier práctica que se aparte, así sea mínimamente, de la más rígida ortodoxia.

Parece esposa de ayer más que cortesana de hoy.

En cambio tenemos a Frinesia, a quien los clientes llaman La Mujer de Lava, maestra en “las tres cosas”, si me permite usted el uso de esa expresión perteneciente al argot del oficio.

Está igualmente Thaisia, que deja sorprendidos -y extasiados- a los visitantes por su dominio de peregrinas artes de erotismo que aquí son inéditas y exóticas.

Nos acaba de llegar Mesalinia, recién desempacada de Las Vegas, cuyos magnificentes encantos posteriores y anteriores son delicia de propios y de extraños, y que suele apostar el costo de sus servicios a doble o nada, como los merengueros del Distrito Federal.

Otras 16 chicas tenemos, todas de esculturales formas, y todas complacientes y obsequiosas.

Con ese amplio catálogo ¿por qué prefiere usted a Jobina, la decana del establecimiento? ¿Qué tiene ella que no tengan las demás?”.

Con dos palabras y un suspiro respondió el añoso caballero.

Dijo: “Tiene paciencia”… Yo no puedo vivir sin la música, arte el más abstracto y a la vez el más concreto, pues su inasible magia está por todas partes.

Tratándose de música soy un feliz omnívoro. Quiero decir que me gusta todo, y todo lo disfruto, lo mismo una partita de Bach que un bolero de Lara; igual una sinfonía de Mahler que un tango de Gardel.

Por eso Radio Concierto, la estación cultural que en Saltillo tiene mi familia, difunde “lo más popular de la música clásica y lo más clásico de la música popular”.

Transmitimos ópera y jazz; música de cámara y rock; canciones vernáculas y lieder; oratorios y blues.

No nos son ajenos Cole Porter ni Stockhausen, y conocemos tanto a Johann como a Richard Strauss.

Ese omnímodo amor que siento por la música me lleva a alegrarme por todo aquello que a la música impulsa y favorece.

Hoy, por ejemplo, Rubén Moreira Valdez, gobernador de Coahuila, mi estado, firmará el decreto por el cual se crea oficialmente la Orquesta Filarmónica del Desierto “Coahuila de Zaragoza”, cuya sede estará en Saltillo, mi ciudad.

Ese excelente conjunto funciona ya bajo la dirección de Natanael Espinoza, joven y talentoso músico que en poco tiempo ha hecho de la filarmónica una institución que los saltillenses y los coahuilenses aman, y cuyos conciertos llenan los teatros en que la orquesta se presenta.

Aplaudo -y con ambas manos, para mayor efecto- el apoyo que el gobernador Moreira da a quienes integran ese magnífico conjunto.

Así apoya también a la cultura y a la música de Saltillo y de Coahuila. Enhorabuena… Al terminar el acto del amor don Frustracio cubrió de flores el cuerpo de su esposa.

Le explicó: “Pensé que estabas muerta”… Un tipo llamado Ausencio solía jugar al dominó con sus amigos todos los jueves en la noche.

Uno de esos jueves salió de su casa y ya no regresó.

Su esposa lo buscó por doquier, y también por dondequiera, pues le tenía “mucha ley”, según declaró a sus amistades.

Su búsqueda fue inútil: no lo halló.

Pasaron diez años, y cierto día el sujeto se apareció en su casa con toda naturalidad, como si de ella hubiese salido sólo un rato.

Su esposa, claro, se alegró bastante.

Le dijo, feliz: “Esta noche te haré la mejor cena de tu vida.

Invitaré a tu familia y a la mía.

Después del convivio tú y yo beberemos una botella de champaña, y luego te haré el amor como nunca lo hemos hecho”.

Respondió él: “Tendrás que perdonarme, pero hoy es jueves, la noche en que juego dominó con mis amigos”… FIN.

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