En los últimos días ha habido importantes cumbres globales y se han hecho evidentes diversas preocupaciones con respecto al estado de la economía y la estabilidad en todo el mundo. Observar las circunstancias actuales nunca sirve para explicar el instante en el que vivimos, sino para comprender el instante que viene, sea en semanas, meses o años.

 

La situación global actual es resultado de cambios y eventos en los últimos años, particularmente la crisis que detonó en 2008 ha creado lagunas de poder que ahora vemos ocupadas o co-ocupadas por actores poco convencionales como corporaciones trasnacionales, o países poco desarrollados en términos políticos y económicos.  Diversas instituciones y grupos de impacto mundial son ahora precedidos por países emergentes, los cuales ganan presencia e influencia en todos los ámbitos de poder regional e internacional.

 

Este contexto sirve también para que actores preponderantes en décadas pasadas busquen las oportunidades que puedan regresarlos al nivel de influencia que antes tuvieran. Es el caso de Rusia, que tiene un líder autoritario, criado políticamente por la KGB y que entiende el mundo en términos de blanco y negro, aquellos que son sus enemigos y los que son sus amigos, es decir, comprende perfectamente el mundo de la guerra fría y no así un mundo en el que no hay actores predominantes que puedan imponer por la fuerza sus condiciones a otras naciones, el contexto político y económico actual reparte el poder en muchos más países y está sujeto a fuerzas de mercado, de capital y no tanto de fuerza militar, la cual es importante pero la amenaza de la guerra armada ha perdido atractivo con respecto a la herramienta de la guerra comercial y económica, más barata que la militar y al alcance de más actores.

 

Putin sabe que las anacrónicas condiciones de la guerra fría son el mejor tablero de juego de una Rusia que se sigue sintiendo injustamente derrotada por Occidente, muy similar a la Alemania Nazi electa en la postguerra de la primera guerra mundial. Putin explota la nostalgia comunista rusa y el ultranacionalismo dogmático insertado desde las escuelas a cada ciudadano ruso. Putin entiende el ejercicio del poder desde la fuerza bruta del Estado y lo considera justificado bajo la tradicional visión paternalista del Estado Soviético. Sabe que el mundo ha cambiado pero cree que es capaz de recrear las condiciones de la guerra fría, lo está logrando y eso habla de la incapacidad de los líderes modernos para hacer frente al barbarismo de principios del siglo XX. Ellos golpean con guerra económica con la esperanza de anular el poder doméstico de Putin en Rusia, lo que no entienden es que lo terminan fortaleciendo, el utiliza las sanciones para vender a los rusos que Occidente pretende, nuevamente, dañar el ascenso ruso a la prosperidad y a la grandeza que ellos consideran merecida e inherente a su condición históricamente imperial.

 

El mundo de hoy, sumido en profunda crisis económica, camina a un mundo de conflicto, cuando menos de guerra fría sino se desactiva la amenaza rusa a tiempo. Putin envía submarinos nucleares a Suecia, pasea sus bombarderos por Europa y ahora pretende enviarlos al Golfo de México, como en los tiempos de la crisis de los misiles de 1962, comienza a congelar el desarme nuclear ganado en las últimas décadas. Busca la provocación que lo eternice en el poder ruso y recrear el escenario global que más conviene a las herramientas de presión rusas, el poder nuclear. Esto es grave, sin tomamos en cuenta la cantidad de potencias nucleares existentes, figuran Corea del Norte, China, India, Pakistán, Israel, etc… Todos en fallas geopolíticas que pueden desencadenar guerras de potencial destructivo incalculable.

 

Occidente se mostró abiertamente hostil frente a Rusia en la reciente cumbre del G20 en Australia, craso error, más preocupante es que el único intermediario que ha logrado controlar los ánimos, Alemania, pierde cada vez más la paciencia debido a su falta de resultados frente a la intransigencia y desafío ruso. Es innegable que sin una gran y peligrosa concesión a las demandas rusas es poco probable que Putin pare el tren que ha echado a andar. Por ello es indispensable ser más astutos y acercarse al pueblo ruso no con sanciones sino con oportunidades para salir del círculo vicioso del poder fuerte y monolítico que heredaron de la era Soviética, hay que ofrecer ayuda a la oposición doméstica a Putin y debilitarlo paso a paso en casa, donde ha cometido innumerables crímenes de Estado contra sus adversarios y ciudadanos.

 

No seamos ciegos a un momento clave que puede desencadenar el peor de los futuros, un mundo en guerra.

 

 

 

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