El español Sergi Ros narra en un documental como la comunidad yaqui ha incrementado el consumo de narcóticos y atribuye el crecimiento en adicciones al despojo de agua que padece dicha población.

Cuando el realizador español Sergi Ros descubrió el creciente problema de adicción a las metanfetaminas entre la comunidad Yaqui encontró el tema de su primer documental filmado en México: el riesgo de extinción al que está expuesto el pueblo afincado en Sonora.

En la cinta, el director se pregunta además si existe una relación entre el despojo de agua que padece la población y el consumo de sustancias.

“Esta es una de las comunidades más violentadas de América Latina, tanto que hoy no tiene agua para tomar; y me planteo, pensando con un poco de mala fe: si en ella se introducen drogas, el desvío del río tal vez sea un intento de exterminio sofisticado”, advierte.

El consumo de droga entre los yaquis comenzó a agravarse en la última década, junto con el avance de la violencia, dice Ros.

“Lo que me llama la atención es cómo a través del despojo de agua y de la introducción de drogas están poniendo a un pueblo en jaque; esto, a mi manera de ver, es porque esta gente incomoda a quienes tienen intereses, porque hay que pedirles permiso para hacer algo con su territorio”, explica.

“Los Yaqui están en lucha por la defensa del río, por el Acueducto Independencia que ordenó construir el ex gobernador Guillermo Padrés, actualmente en la cárcel por una mala gestión de recursos”.

A pesar del olvido generalizado que padecen las comunidades indígenas por parte del Estado, el caso de los yaquis es diferente, aclara. “Es conocida por su defensa a ultranza como pueblo y de su territorio”.

Ros cuenta que la comunidad ha trabajado para combatir las adicciones en un ambiente en el que la violencia y el crimen organizado se han infiltrado en los últimos años.

“Ellos no intervienen en la producción, los narcóticos llegan de afuera y se quedan. Me contaron los problemas que tenían de adicción de cristal y ahí vi dos cosas: una situación muy dramática, su lucha por defenderse, y otra muy interesante, su necesidad de liberarse y el impulso que tienen para hacerlo”, dice.

El documental muestra además la forma en la que la comunidad se ha refugiado en su cultura como una forma de resistencia.

“Eso va muy bien con la narrativa del documental, que se entrecruza en dos líneas: el problema real de lo que está ocurriendo a la tribu, y su mundo mágico, que viene a rescatar al mundo real”, agrega el director.

“Es endémico de Sonora el famoso sapo, que según la mitología fue el que trajo el agua hace miles de años; ese sapo contiene el psicoactivo más poderoso del mundo, pero no tengo conocimiento que lo utilicen en rituales. Sin embargo, sí acuden a él para combatir las adicciones. Todas las sociedades creamos nuestro relato cultural al que acudimos cuando tenemos un problema”.

En el documental, añade, aparece un hombre que pretende abrir una escuela de danza para evitar que los niños caigan en las drogas.

Luego de recibir apoyos como el de Foprocine, el Mejor Pitch en la sección Nuevas Miradas, Nuevos Mundos, del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, e inversión de la productora Mantarraya Films, el documental Laberinto Yoéme está en la recta final de su campaña de crowdfunding en la plataforma Kickstarter.

La meta es reunir 300 mil pesos para la postproducción de la cinta, en la que el realizador ha trabajado los últimos tres años. El cierre para apoyar es el 30 de diciembre.

EL FINANCIERO

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